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Cavas majestuosas

Hugo Sabogal
14 de agosto de 2011 - 01:00 a. m.

Un recorrido de Mónaco, en el corazón del Hotel París, a Cricova, en Moldavia.

No nos digamos mentiras. Para muchos puede parecer extravagante almacenar una simple caja de vino, pero hoy ya es común encontrar aficionados con cavas —en sus casas o apartamentos— de entre 50 y 100 botellas. Incluso, no son pocas las personas que acumulan más de mil etiquetas. Y aunque son menos nutridos en números, también existen coleccionistas con 5.000 o 10.000 botellas en sus sótanos. Pero rondar el medio millón de etiquetas es otra historia. Alcanzar ese pináculo requiere no sólo plata y espacio, sino conocimientos para poder seguirles la pista a todos esos ejemplares.

Esta vez quiero llevarles a conocer las cavas más sorprendentes del planeta y para ello necesito invitarles a mantener intacta su capacidad de asombro. El primer destino es el principado de Mónaco. En las entrañas del Hotel París está localizada la cava hotelera más grande del mundo, con un total de 450.000 etiquetas. De ella se nutre el restaurante Louis XV, el cual debe visitarse con cupo generoso en la tarjeta de crédito.

Administrada por la Societé des Bains de Mer (SBM) —encargada de manejar los hoteles, restaurantes y casinos del principado y entre cuyos accionistas figuran los miembros de la familia Grimaldi—, dicha cava ocupa 1.500 metros cuadrados y cuenta con un equipo técnico altamente calificado (no sólo para supervisar la compra de vinos, sino para cuidar el costoso portafolio y asistir al cliente final). La carta de vinos es tan voluminosa como la novela épica El Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra.

El principio rector de la bodega es que ningún vino puede descorcharse antes de estar listo para beber. Pero, claro, entre más añejo, más caro. Por ejemplo, un Chàteau Le Pin 1990, comprado a razón de 500 dólares la unidad, hoy, once años después, cuesta en el local algo más de 5.000 dólares. También hay cosechas legendarias de Château Petrus (1982) y Chàteau d'Yquem. Como es de suponer, el 95% de la carta está consagrada a Francia, pero también pueden conseguirse marcas italianas, españolas, portuguesas y alemanas.

Y ahora, saltemos el Atlántico. Aunque parezca inverosímil, una de las bodegas mejor dotadas del mundo es la de Bern's Steakhouse, de Tampa, Florida. Construida por su propietario (ya fallecido), el coleccionista Bern Laxton, esta cava también alberga 450.000 botellas. Quizás aquí valga la pena resaltar que una de las obsesiones de Laxton, cuando estaba en vida, era fijar precios atractivos para brindar acceso a sus exquisiteces. Porque si bien hay botellas de varios cientos de dólares, se ofrecen igualmente grandes etiquetas mediante el sistema de venta por copa.

La carta de vinos de Bern’s no es menos voluminosa, se extiende a lo largo de 182 páginas. Una cava de su tamaño incluye, por supuesto, una selección de las principales añadas de casas como Château Mouton-Rothschild, Château Latour y Chàteau Lafite Rothschild. También se ofrece un pródiga selección de Oporto, Madeira y Jerez.

Ahora bien: es un hecho que si usted es uno de esos aficionados indecisos, la selección del vino para acompañar un jugoso T-Bone Steak de 59 dólares puede convertirse en una pesadilla. En ese caso, vale la pena ponerse en manos de uno de los sommeliers residentes, que le facilite la elección sin quebrarse.

Donde la atención personalizada no es posible es en la gigantesca cava subterránea de Cricova, a nueve kilómetros de Chisinau, la capital de Moldavia, estado de Europa del Este, situado entre Rumania y Ucrania.

A 60 metros de profundidad se construyó, después de la Segunda Guerra Mundial, una inmensa bodega para la guarda de vino. Sus senderos subterráneos tienen 100 kilómetros de extensión, con semáforos incluidos y calles como Pinot Noir, Cabernet Sauvignon y Chardonnay.

En la cava de Cricova se guardan 1,2 millones de botellas, pertenecientes a casi 700 marcas. Una de las colecciones más significativas es la del mariscal de campo del ejército nazi Hermann Göring, un gran aficionado al vino, quien ordenó llevar su colección privada al Frente Oriental.

Me imagino que habrá notado la gran brecha existente entre las cavas de Mónaco, Tampa y Cicrova, frente a las de cualquier fervoroso entusiasta del vino. Pero la única verdad es que ninguna botella tendrá trascendencia si nadie se la toma.

No se las pierda

Quizás con excepción de la cava del Hotel de París, en Mónaco, a la que muy pocos tienen acceso, las bodegas de vinos de Bern’s, en Tampa, y Cricova, en Moldavia, pueden visitarse en compañía de un guía.

En esta última, por ejemplo, muchos turistas internacionales toman un tour que incluye un paseo en carro por sus laberintos y una deliciosa cena bajo tierra, acompañada de exquisitos elíxires. Incluso, puede comprar una pequeña muestra de la colección.

Las cuevas de Cricova han recibido a importantes personalidades del mundo de la política, las artes, el cine y la farándula.

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