Censura en la ópera

Manuel Drezner
30 de mayo de 2012 - 10:58 p. m.

Siempre creímos que los casos de censura operática, por así llamarlos, estaban restringidos a lo que hacían empresarios y empresarias de óperas de provincia, que “castigaban” a cualquier comentarista que se atrevía a decir que lo que presentaban tenía problemas de calidad.

 El “castigo”, usualmente, era el retirar a esos pecadores comentaristas las boletas de cortesía y la verdad es que muchos de esos periodistas agradecían el no tener la obligación de ir a espectáculos mediocres, en el mejor de los casos, y pésimos muchas veces.

A veces los empresarios hacían peregrinaciones a los periódicos para tratar de convencer a las directivas de que despidieran al culpable comentarista, sin que eso sucediera jamás. El resultado es que esos empresarios y empresarias se privaban de recibir sugerencias que de pronto les hubieran servido, y que, en términos generales, lo que se presentaba en ópera, aparte de las habituales gacetillas, fuera ignorado en la prensa.

Decía que esa mala costumbre estaba concentrada en óperas pueblerinas, pero ahora llega la noticia de que ya empresarios importantes de ópera no aguantan que les digan la verdad. En este caso se trata de nadie menos que de Peter Gelb, de la Metropolitan Opera. La verdad es que Gelb no ha caminado con suerte. Una presentación de la tetralogía de Wagner se convirtió en espectáculo circense, con complicadas escenografías que tapaban a los cantantes y que recibió unánime “palo” de la prensa. En general, sus intentos de “descrestar” con montajes extravagantes y sin realidad dramática han sido recibidos con frialdad, y por primera vez en mucho tiempo, esa casa de ópera se ha visto obligada a vender tiquetes con precios rebajados.

En represalia, Gelb obligó primero a que se retirara un comentario de las páginas de un medio cultural de Nueva York. Después ordenó que Opera News, una prestigiosa revista, no volviera a comentar lo que presentaba. El resultado, como sucede en estos casos, es que Gelb se ha convertido en el hazmerreír del mundo musical y ha tenido que echar paso atrás en sus “ucases”, que han sido un caso triste de intentar censurar a los comentaristas.

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