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Chávez y Uribe: ¿se parecen?

Paloma Valencia Laserna
11 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

Hay quienes sostienen que Chávez y Uribe son iguales. La afirmación tiene algunos aspectos que son ciertos: son líderes carismáticos, con respaldo popular, que despiertan pasiones, cuyo liderazgo es reconocido en otros países y que tienen un genuino amor por sus naciones. Sin embargo, hay diferencias sustanciales que conviene observar y que se hacen evidentes en el contexto que vive hoy Venezuela.

Uribe, por supuesto, tiene un compromiso con la ideología que profesa, pero siempre ha demostrado ser capaz de anteponer los principios democráticos a sus visiones políticas. Uribe tuvo un poder como no lo ha tenido ningún otro presidente que nos haya tocado ver en Colombia; la población lo respaldaba con entusiasmo. Sin embargo, nunca utilizó ese poder para perpetuar su gobierno o su doctrina. Claro que se hizo una reforma constitucional para permitir la reelección —que era un clamor popular— y se hizo con los mecanismos previstos en la Constitución; y sólo abría la posibilidad a que, si la voluntad popular así lo deseaba, volviera a elegirlo.

Chávez, por su parte, cambió la Constitución para convertir la revolución bolivariana en una política de Estado y no sólo la ideología del presidente. Avanzó más aun, conformando todos los poderes públicos con funciones favorables a su causa y con funcionarios afines a su pensamiento. No podía trabajar en el Gobierno nadie que no fuera chavista; es más, ni siquiera podían recibir beneficios del Estado quienes no profesaran esa doctrina. La oposición fue perseguida, los líderes encarcelados, expatriados... los distritos electorales se configuraron de manera diferente para garantizar que la superioridad numérica de la oposición no significara mayor número de parlamentarios. Los resultados de las elecciones se escondían, la información estatal se manipulaba. En Venezuela, entonces, no existe —como se vio— la posibilidad de que el ente constitucional decidiera en contra del primer mandatario, como en cambio sí sucedió en Colombia.

Algunos sostienen que a la Corte se le debe el haber limitado el poder de Uribe; pero a Uribe se le debe el haber permitido que la diversidad ideológica del país se hubiera mantenido y tuviera la posibilidad de expresarse. Durante el gobierno de Uribe la oposición floreció como no lo había hecho hasta entonces, los partidos fueron más fuertes, las doctrinas más claras.

La decisión del Tribunal Supremo de Venezuela demuestra que las instituciones de ese país están al servicio del chavismo y no de la democracia. No cualquier decisión de los tribunales constitucionales es aceptable para la democracia; de lo contrario, sería posible legitimar las dictaduras y perpetuar las ideologías. Las decisiones no son sólo procedimientos o argumentos para hacer cualquier cosa; deben garantizar que la pluralidad de pensamiento permanezca, que la libertad de los ciudadanos prevalezca y se garantice.

¿Qué pasa con las organizaciones multilaterales? ¿Están también más comprometidas con una ideología que con la democracia? Frente a los supuestos golpes de Estado en otros países, Unasur rechazó los “golpes de Estado” en Honduras y Paraguay. La OEA suspendió a Honduras por el “golpe de Estado” y condenó el “golpe de Estado” en Paraguay; pero ambas han aceptado la decisión del Tribunal Supremo de Venezuela.

 

* Paloma Valencia Laserna

 

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