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Chocó indignado

Saúl Pineda Hoyos
14 de mayo de 2012 - 10:48 p. m.

Las repudiables declaraciones de un diputado antioqueño —cuyo nombre pasará al olvido— han puesto de nuevo al departamento del Chocó en el primer plano de la geografía nacional.

Así lo hizo también el toque de queda ilegal ‘decretado’ por las Farc hace apenas unas semanas y que provocó una tardía respuesta del gobierno nacional. Al parecer, tienen que ocurrir periódicamente sucesos desafortunados, incluso aún más graves, como los de Bojayá hace 10 años, para que el país vuelva a poner sus ojos sobre esa región.

Para quienes hemos tenido oportunidad de acompañar algunos procesos institucionales en ese departamento, la reaparición del Chocó en los titulares de prensa ocurre en un momento que debería ser de inflexión en sus relaciones con la Nación. Hemos sido testigos de los esfuerzos que hacen sus instituciones, aun en medio de grandes limitaciones, por mejorar su capacidad de gestión y de su clamor por una estrategia nacional que les permita reducir los 100 años de brechas en el desarrollo que hoy lo separan de Bogotá. Existe amplio consenso en el sentido de que, por primera vez en muchos años, Chocó y Quibdó cuentan con mandatarios que podrían marcar un cambio de rumbo en la acción pública territorial. A ello se suma la posibilidad de tejer buenas alianzas con sus vecinos, Antioquia y el Valle del Cauca, en el marco de la nueva Ley de Ordenamiento Territorial y de los recursos del nuevo sistema general de regalías, a pesar de los condicionamientos del centralismo.

En este contexto, las cifras del departamento siguen siendo desafiantes. Su PIB sólo supera el de San Andrés y Providencia —que le compite en abandono— y el de algunos de los ‘nuevos departamentos’. La incidencia de la pobreza es del 65%, similar a la de La Guajira y Cauca. Apenas el 7,8% de su población tiene acceso a internet, en lo cual se asemeja a Caquetá y Putumayo, al tiempo que presenta la red primaria de carreteras más pobre entre todos los departamentos colombianos. Todo ello en medio de su gran biodiversidad.

Es cierto que nadie puede reemplazar la decisión del pueblo chocoano de encarar su propio futuro con responsabilidad, pero también obliga a los líderes nacionales a ofrecer el acompañamiento sincero y eficaz, a quienes desde el liderazgo local buscan nuevos aires para esa región. Y, en todo caso, a rechazar al unísono los desatinos de un malhablado.

* Director Cepec Universidad del Rosario.

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