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Ciudadanía espiada

Rafael Orduz
17 de junio de 2013 - 10:53 p. m.

La ciudadanía la lleva perdida en materia de privacidad de sus datos. El Estado tiene las herramientas tecnológicas para espiar la vida cotidiana de los ciudadanos, sin su autorización. El inmenso riesgo radica en lo que un gobierno, con determinadas paranoias, pueda emprender contra inocentes.

La discusión sobre las chuzadas está al orden del día, gracias a las revelaciones de E. Snowden, un contratista de la Agencia Nacional de Seguridad (ANS) de los EE.UU. Reiteran que el Estado interviene, de forma sistemática, en la vida privada de los ciudadanos.

Las chuzadas fueron claves en los años del macartismo en los EE.UU., permitiendo etiquetar comunistas por doquier. Charles Chaplin y Aaron Copland estuvieron en la lista negra. Igualmente fueron necesarias para las purgas soviéticas y alemanas, que terminaban en campos de concentración o fusilamientos.

No importa si el régimen es de derecha o de izquierda. En Cuba, Venezuela y Colombia se ha chuzado en el siglo XXI.

Lo grave para los ciudadanos de hoy radica en la inmensa capacidad de cobertura y velocidad de procesamiento que las tecnologías de la información le permiten al Estado para hacer seguimientos a cualquier persona que cuente con un celular y acceso a internet.

Aficiones, opiniones políticas y religiosas, orientación sexual, lecturas, itinerarios de viaje, registro de compras en línea e incluso infidelidades de las personas pueden ser registradas por los aparatos de inteligencia. Si el Estado necesita apoyo, busca alianzas con los gigantes de los metadatos, como parece ser el caso de la colaboración de Facebook con la ANS.

Un estudiante austríaco, Max Schrems, acudió a medios legales a fines de 2011 para solicitarle a Facebook que le informara qué sabía la red de él. La respuesta es de miedo: 1.222 páginas de información privada en 57 categorías diferentes, incluyendo datos que él había borrado.

Algunas voces en EE.UU. y en otras partes del mundo se han levantado contra los abusos. Sin embargo, al grueso del pueblo gringo le importa un pepino. Habrá desprestigio para Obama, pero no ocurrirá nada. El centro de datos de Utah, que comenzará operaciones en pocos meses, cuenta con la capacidad de escuchar, procesar y desencriptar miles de millones de conversaciones y correos al día en todo el mundo, a instancias de la ANS.

En Colombia no hay consecuencias aún de la última etapa de chuzadas, que ha dado para asilos por persecución política. No sólo se hicieron seguimientos ilegales; se armaron programas de desprestigio y amedrentamiento a periodistas y a senadores incómodos. Tampoco hay suficiente indignación social sobre los exabruptos.

Más allá de las chuzadas, la cultura de respeto a la confidencialidad de la información en Colombia es ficción. Ha quedado claro, en el caso de la justicia, que el ambiente mediático juega un papel importante en las decisiones de medidas de aseguramiento. ¿Qué mejor que filtrar documentos, testimonios de testigos ocultos, para linchar ex ante?

 

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