Comunidad y desarrollo

Cocaína, marihuana, heroína y otras hierbas

Uriel Ortiz Soto
15 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

La madre naturaleza es pródiga en producir otro tipo de alucinógenos distintos a: cocaína, marihuana y heroína, que no son conocidos por las autoridades, pero que tienen una población de consumidores altamente calificada.

Seguir los mismos métodos de siempre para acabar o erradicar los cultivos ilícitos, considero que es tarea imposible, puesto que todas las tendencias apuntan a que la oferta y la demanda de los alucinógenos está a la orden del día.

Para evaluar el comportamiento de un producto en el mercado, los expertos en ventas y mercadotecnia acuden a examinar el comportamiento en lo que llaman la ley de oferta y demanda, si nos referimos al caso de las drogas ilícitas, nos damos cuenta de que la aceptación del mercado tanto interno como externo es inmensa —no obstante las campañas que se han librado para bajar el consumo—, antes por el contrario, han aumentado, pese a los estrictos controles que se ejercen.

En consecuencia, luchar contra este fenómeno en condiciones tan desiguales es más que obra de titanes, pero más allá de todo, están los nichos de corrupción, puesto que las inmensas fortunas destinadas para combatirla no están nada claras, los Estados Unidos están que vienen a ejercer auditoría sobre lo que han sido sus programas en la lucha contra las drogas ilícitas a través del llamado Plan Colombia y otros programas.

Lamentablemente la lucha represiva contra las drogas es caso perdido, las autoridades desde hace más de 30 años vienen trabajando incansablemente por acabarlas aplicando diferentes programas: sustitución, erradicación, fumigación y medidas represivas de todo orden, pero, lamentablemente todo ha sido fallido, son más los desaciertos que los pocos logros obtenidos a muy altos costos.

Son miles y miles los millones de pesos que se han invertido, con ayudas internacionales, pero muy especialmente de los Estados Unidos, que ya amenazan con justificada razón con racionalizar las ayudas, puesto que en los últimos años los cultivos de coca han aumentado en más de 200.000 hectáreas hasta colocar a nuestro país como el mayor productor de cocaína en el mundo.

En este orden de ideas debemos aceptar que nos encontramos en el ojo del huracán y que es urgente cambiar de estrategia, que lleguen más directamente a las zonas afectadas por su producción y consumo, puesto que continuar aplicando medidas coercitivas es seguir perdiendo el tiempo, puesto que su producción, industrialización, comercialización y consumo todos los días trae nuevas sorpresas de modernización con claro desafío a las autoridades.  

Pero lo más sorprendente es que todo ha venido orientando a acabar con los cultivos de: cocaína, marihuana y amapola; sin darnos cuenta de que la madre naturaleza es pródiga en producir otro tipo de alucinógenos que, si bien se consiguen a la vuelta de la esquina, aún no han entrado en la lista que manejan las autoridades y, por lo tanto, no existe ninguna legislación al respecto, como son: el cacao sabanero de donde se extrae el polvo o la sustancia para la escopolamina, los hongos de los potreros subproductos de los estiércoles del ganado, el barbasco y el pasto pangola, entre muchos otros, que son desconocidos, pero no para los consumidores que están al día en su producción y consumo.

Son miles los laboratorios artesanales de alucinógenos que existen en diferentes ciudades, que, mezclados con diferentes sustancias al ser ingeridos vía oral, anal o inyectados, producen los mismos efectos que las llamadas drogas heroicas tradicionales: cocaína, marihuana y heroína.

En consecuencia, luchar contra todos estos flagelos en la forma en que de muy buena fe, desde luego, lo vienen haciendo las autoridades no pasa de ser un sofisma de distracción, es preciso mirar otras oportunidades, para generar diversas experiencias que conlleven a diseñar programas y campañas más específicas que permitan a sus productores y consumidores entrar en razón.     

Considero también que se deben agotar otras estrategias, que permitan a los cultivadores decidirse plenamente por nuevos cultivos de diversificación, pero sin que se les endilgue el estigma de narcotraficantes, puesto que son campesinos que muchas veces lo tuvieron que hacer obligados por los grupos guerrilleros o paramilitares, para poder vivir tranquilos en sus parcelas con sus familias.  

urielos@telmex.net.co

 

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