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Como Sansón

Adriana Cooper
14 de abril de 2022 - 05:30 a. m.

Sucedió hace poco, en una tarde de parque, a una niña que conozco. Un vecino de juego decidió arrojar sobre su pelo un líquido pegajoso que solo fue posible retirar de forma radical: un corte de la peluquera fue la solución.

Después de algunos consejos de peinado, la niña salió a la calle y llegaron otras historias: algunos niños cercanos se burlaron de su apariencia y ella, en su deseo de recibir menos atención, agregó al vestuario unos gorros de lana. Esto tampoco fue suficiente para salir del foco. Días después, algunos jóvenes retiraron su gorro sin preguntarle y lo lanzaron al aire, entre burlas.

En un par de fiestas de cumpleaños, algunos preguntaron a su mamá si la niña quería llamar la atención o si tal vez el pelo corto era aviso de un cambio de sexo. Semanas más tarde, varias mamás manifestaron su “alegría” al ver señales certeras de crecimiento.

Por esos días, también tuve la oportunidad de ver a una mujer que perdió casi la totalidad de su pelo, por efectos asociados al COVID-19. Su preocupación fundamental era dónde encontrar una peluca con apariencia natural para no recibir más comentarios. Vemos hombres que sufren por un pelo que se cae con el paso del tiempo, mujeres que se someten a tratamientos con químicos y efectos, más allá del gusto y la comodidad: para parecerse al entorno o sentir que pertenecen.

Desde tiempos ancestrales, en muchas culturas el pelo ha sido símbolo de fuerza y belleza, una parte del cuerpo relacionada con otros significados. Perderlo, cambiarlo o cortarlo se convierte para muchos en motivo de crítica, burla, preocupación o conflicto. Ya vimos en los Premios Óscar pasados la consecuencia de una burla. Una historia en el Libro de los Jueces contiene las palabras de Sansón, un hombre de trenzas reconocido por su fuerza: “Nunca he pasado navaja sobre mi cabeza. Si me cortan el cabello, mi fuerza me dejará, me debilitaré”.

En la literatura este tema ha sido mencionado por escritoras como Chimamanda Ngozi Adichie, quien describe la experiencia de tener un pelo crespo y natural en una sociedad con visión definida y limitada sobre lo hermoso: “Siempre estás luchando para que tu cabello haga lo que no debe hacer”.

Para otros, tenerlo en un estado de máxima belleza equivale a vanidad, competencia o recibir amor, como en Oriente Medio, una región donde las mujeres observantes de religiones variadas lo cubren con telas o sombreros para alejar miradas ajenas a las del esposo, no llamar la atención o trascender las creencias de modestia.

A propósito de este tema, hace unos días encontré una frase de un libro llamado Pirkei Avot: “No mires la vasija, sino lo que contiene”. Después de leerla y aceptar la belleza que a todos nos mueve, también es posible preguntarnos si las personas son, si somos principalmente ese color de ojos, ese peinado o esa ausencia de un canon. ¿Hasta qué punto nuestra opinión sobre algo o alguien depende principalmente de su aspecto o cercanía con la simetría o perfección?

Hace unos días visité un colegio nuevo, creado hace poco, con una sencillez cómoda y en medio de una calle de barrio en Medellín. Después de hablar con varias personas y niños, me quedó claro dónde está su fuerza: en su trato hacia a otros, en el amor, saber y servicio compartidos.

 

PEDRO(90741)15 de abril de 2022 - 05:13 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 114 días para que termine este gobierno derrochador de los recursos públicos. Colombia necesita un dirigente que sea honesto, transparente y buen administrador del erario.
Leonel(5u51g)15 de abril de 2022 - 09:36 a. m.
Estupida columna no fuei Capaz de terminar de leerla, con tanto temas de cosas serias que sufre el pueblo colombiano escribir pendejadas no ayuda a nada.
  • CARLOS(fl3hj)15 de abril de 2022 - 03:36 p. m.
    O no sabe leer o no entemdió el artículo.
  • Atenas(06773)15 de abril de 2022 - 12:31 p. m.
    Noooo, con esa pésima redacción y peor ortografía cuánto denota Leonel q’ debe leer mucho más pa q’ supere, esa sí, su estupidez.
Igor(19369)14 de abril de 2022 - 02:52 p. m.
Una mujer voluptuosa de anchas caderas y generosos senos nos excita, porque hay una información genética que nos dice allá adentro que sería una buena madre para nuestros hijos. Y algo similar ocurre a las mujeres con los hombres. Así que nos acicalamos para despertar ese instinto. Ahora bien, eso sólo es el empaque, lo de adentro también importa y mucho, pero somos así y hay que aceptarlo.
Atenas(06773)14 de abril de 2022 - 02:11 p. m.
¿Y cómo no ha de llamar la atención o encantar, en la factible relación entre macho y hembra, q’ haya una luenga cabellera o crin de donde prenderse pa mejor lucirse en los exquisitos placeres mundanos? Y q’ ya con el paso de los años al piso caiga nada sorprende, no es ni será lo único q’ al suelo tienda, tal es la pasajera vanidad q’ en el cementerio queda. Ergo a tomarse fotos de los años mozos
Flavio(nrv85)14 de abril de 2022 - 12:14 p. m.
Tu pelo.Javier Solís.
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