¿Petro con Maduro?
Frente al editorial del 11 de abril, titulado “El presidente Gustavo Petro le sonríe al tirano”, debo decir que la transición democrática en Venezuela no se ve por ninguna parte, toda vez que los actores siguen siendo los mismos: Maduro, Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez, Vladimir Padrino, entro otros, y Nicolás Maduro seguirá atornillándose al poder, llevando a la mayoría de países de América Latina y del resto del mundo a rechazar desde ya su tercera reelección.
Frente a ese panorama oscuro para la democracia de ese país, los colombianos no entendemos y nos preguntamos cuál fue la razón del presidente para visitar al sátrapa venezolano.
Validar desde ya su reelección, que se dará en las próximas elecciones del 28 de julio, aclarar o matizar su declaración de “golpe antidemocrático”, como calificó la inhabilidad por 15 años a María Corina Machado y que debió poner en ascuas al dictador venezolano, o confirmar que el Tren de Aragua es una ficción, entre otros interrogantes.
Doctor Petro, Venezuela es un país descarrilado en materia democrática; seguirá siendo el reino de la corrupción, del desprecio por la oposición y usted dándole una “bocanada” de aire.
Hernán Salazar Hurtado, Armenia.
La otra cara de la moneda en Ecuador
En el editorial del 8 de abril, titulado “Ecuador agrede los acuerdos básicos de las naciones”, El Espectador condena fuertemente el operativo del gobierno ecuatoriano para apresar a Jorge Glass. El editorialista expresa muchas y válidas razones, pero se debe tener en cuenta que el exvicepresidente de Ecuador no es un perseguido político. Se trata de un delincuente, juzgado y condenado por recibir sobornos de Odebrecht (bien conocida en Colombia) y haberse apropiado de dineros destinados a auxilios y reconstrucción del terremoto que azotó la provincia de Manabí; en otras palabras, es un ladrón del erario.
Según el doctor Fernando Córdoba Bossano, diplomático de carrera, quien fue embajador en Colombia, expresa que el Gobierno mexicano decidió dar asilo a un delincuente confeso y condenado que estaba pagando su pena, con lo que violó el artículo III de la Convención de Caracas de 1954 y, además, interfiere con la justicia y soberanía del Estado ecuatoriano.
El delincuente Glass había sido recibido en la Embajada mexicana desde diciembre de 2023, y ante los reclamos de la Cancillería ecuatoriana para que lo devolvieran a la justicia, el presidente López Obrador ordenó darle asilo como si fuera un perseguido político. Esto es inadmisible e ilegal, y aunque la actitud del Gobierno ecuatoriano no fue la más adecuada, es importante mirar la otra cara de la moneda antes de condenar a un Estado y demandar ante la CIJ.
Cornelio Salcedo.
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