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Perdidos en el Amazonas

Columnista invitado EE: Lucía Franco
18 de mayo de 2023 - 05:52 p. m.

Viajar por la selva de Colombia es un reto que ha costado la vida a muchos. En este momento, el país está en vilo por la desaparición de cuatro niños en la selva de la Amazonía hace 17 días. La avioneta en la que se estrellaron el 1 de mayo hacía la ruta Araracuara-San José del Guaviaré, una zona selvática del país andino en donde el Gobierno no hace presencia. Tampoco se le espera.

Hasta ahora, han encontrado los cadáveres del piloto, el copiloto y la madre de los menores. Sin embargo, por ahora no hay rastro de los niños. La búsqueda está siendo angustiosa por las condiciones adversas de una región amazónica. Donde, lo sé bien, sobrevivir es muchas veces algo más que una hazaña.

Hace nueve años, en este mismo lugar, mi padre, Roberto Franco, falleció en un accidente aéreo muy parecido al que ha sufrido esta familia: él salía de Araracuara rumbo a casa. Este suceso no me ha dejado dormir durante mucho tiempo. Aún hoy, me llena de dolor.

De niña, crecí escuchando sus historias de la selva, la forma en la se había enamorado de sus habitantes, el modo en que consagró su vida a defender muchas de sus causas. La realidad, sin embargo, es mucho menos romántica.

Hoy me pregunto cómo es posible que estas avionetas sigan volando sin ningún tipo de control o seguridad para sus pasajeros. La avioneta de mi papá no fue la primera y seguro la de estos niños no será la última. Pero más que eso incluso me duele que el Gobierno colombiano, de un modo absolutamente irresponsable, haya salido a decir que los niños aparecieron cuando no estaban seguros. Siento el dolor de esas familias ante semejante crueldad.

Si Gustavo Petro no es capaz de usar su cuenta de Twitter con la responsabilidad mínima exigible a todo un presidente de Gobierno, alguien en su gabinete debería quitarle el juguete por el bien de todos.

Por otra parte, tengo la sensación de que ni él ni muchos de los periodistas que están hablando esta mañana del accidente sean conscientes que están hablando de vidas humanas, de niños a quienes sus familias siguen esperando. El afán por titular de primeras y llevarnos todos los clics de internet nos ha quitado humanidad.

Roberto Franco dedicó su vida a trabajar por los indígenas de la Amazonia colombiana. El día del accidente, el seis de septiembre del 2014, había estado en ese enorme e inaccesible refugio en la selva amazónica, del tamaño de República Dominicana, para seguirle el rastro a las tribus que viven allí. Franco era experto en pueblos en aislamiento voluntario, aquellos que evitan cualquier contacto con la sociedad occidental.

Mi papá tomó para regresar a Bogotá una avioneta Navajo de matrícula HK 4755. La aeronave transportaba 10 ocupantes y después de salir de Florencia había hecho una parada en Araracuara. Las autoridades pudieron comprobar que a ese punto la nave no estaba en mal estado. Solo iba sobrecargada.

A eso se sumaba que los tanques de gasolina estaban casi a reventar. Diez minutos después de despegar, a las 15.30 de la tarde, la aeronave se precipitó al suelo, dejando apenas una estela de humo. Pasadas las ocho de la noche, confirmaron que no había sobrevivientes.

Así nos enteramos mi mamá y yo, por los medios de comunicación, que por llegar de primeros decidieron publicar el nombre de mi papá y darlo por muerto sin que a nosotras nadie nos hubiera asegurado nada.

La verdad a mí me ha costado demasiados años entender que él no va iba a volver. Me levantaba en la mitad de la noche a quitar el seguro de la puerta por si necesitaba entrar. Siempre soñaba que él había sobrevivido e iba a volver a casa muchos años después.

El accidente, al igual que el que ha ocurrido esta semana, dejó ver la cara de otra Colombia, aquella en la que no hay aeropuertos, sino pistas de aterrizaje. El país sin ley donde una avioneta puede salir con sobrepeso y precipitarse.

Las muertes en este territorio confirman una vez más que Colombia ha abandonado el Amazonas, un vasto territorio que comprende el 42 por ciento del país, pero que parece congelado en el tiempo. A las familias de quienes mueren engullidos por ella solo nos queda al dolor.

 

Pablo(88449)19 de mayo de 2023 - 05:53 p. m.
Es cierto el presidente Petro se equivocó, pero no vayamos ahora a culparlo del accidente. La columnista cae en el mismo error que esta criticando. Dice "QUE NO HAY RASTROS DE LOS NIÑOS", también se esta apresurando a lo mismo que hacen los otros. Lamentable en lo que dice, esa es otra Colombia perdida en el olvido y estancada en el pasado.
carlos(23084)19 de mayo de 2023 - 12:54 p. m.
Pareciera,digo, que quiere culpar a Petro de la muerte, lamentable,de su padre.
  • Ccdaw(v9l66)19 de mayo de 2023 - 02:11 p. m.
    Lo cual demuestra que las emociones nos engañan...
Martha(69929)19 de mayo de 2023 - 11:43 a. m.
El asunto es lamentable y el trino también,sin embargo no desvíen la atención de la causa del accidente y la posibilidad de encontrar con vida los niños
Mar(60274)19 de mayo de 2023 - 01:00 a. m.
Petro se equivocó, se confió de una información que parecía confiable y se dejó llevar por la emoción de dar una gran noticia y lamentablemente no era así. Creo q esto va a ser una gran lección para él, de ahora en adelante seguro va a pensar mejor antes de dar una información q deba ser bien verificada. Pero hay que perdonarle la vida, él más q nadie lo lamenta, hasta los diarios y periodistas q se educaron para eso, han cometido errores y Petro por ser presidente, no es perfecto.
  • Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)19 de mayo de 2023 - 03:52 a. m.
    correcto. Y Duque les lanzaba bombas
UJUD(9371)18 de mayo de 2023 - 11:39 p. m.
Por culipronto....
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