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Elecciones en Francia o el triunfo del programa izquierda + ecologista

Columnista invitado EE
01 de julio de 2020 - 05:01 a. m.

Por: Olga L González*

La segunda vuelta de las elecciones municipales en Francia implica un cambio histórico para las fuerzas progresistas. Pero antes de comentarlo, debo referirme al mecanismo electoral, que de por sí presenta interés: a falta de mayoría en la primera vuelta, hay segunda vuelta, y se activan las coaliciones. La lista del candidato que gana las elecciones (el futuro alcalde) obtiene, por derecho propio, la mayoría en el Concejo, con lo que se asegura que haya gobernabilidad. El resto de puestos se reparte proporcionalmente entre las demás listas. Se vota por una lista, no por una persona dentro de esa lista y se aplica la consigna cremallera: se suceden un hombre y una mujer.

En la segunda vuelta, el 28 de junio, hubo muy alta abstención --un tema que inquieta porque tendencialmente viene subiendo--. Esta vez, está relacionada con la pandemia: aunque relativamente controlada, las precauciones de distanciamiento físico recuerdan que aún existe riesgo de contagio.

El resultado es histórico para las fuerzas progresistas. La alianza ecologistas-izquierda ganó varias ciudades. Se mantuvo en sus plazas fuertes, como París, Lille o Grenoble. Le arrebató el triunfo a la derecha (Lyon, Bordeaux, Marsella, Nancy). El gran perdedor es el partido de Macron: su partido, La República en Marcha, es un conglomerado de quienes “oportunamente” se salieron del Partido socialista y del partido de la derecha, que hoy está representado por el partido Les Républicains. Pero no lograron ganar en ninguna metrópoli: los electores prefirieron a auténticos representantes de derecha o de izquierda, pero no ese supuesto centro que no es ni lo uno ni lo otro. Dos resultados ilustran esta defección: en París, el partido de Macron obtendrá menos de 10 concejales (de un total de 163). En Estrasburgo, donde gobernó por más de diez años un socialista que se convirtió al macronismo recientemente, ganó el candidato verde. En otros resultados, la derecha conserva sus plazas históricas, como la ciudad de Niza, y la extrema derecha conquista una ciudad (Perpiñán), pero recula en el número de concejeros municipales totales con respecto a las últimas elecciones municipales (2014).

Así, el gran triunfador de estas elecciones son las fuerzas ecologistas y de izquierda. Este resultado no es fruto del azar. La victoria es el producto de un trabajo constante y consciente de dirigentes políticos, militantes, sindicalistas, activistas de base, prensa, intelectuales que desde hace años trabajan por la unión de las fuerzas de izquierda y las fuerzas de la ecología. La contestación al actual rumbo de la sociedad francesa, y al capitalismo generador de desigualdades y depredador, son profundas. El voto expresa un descontento profundo, que también se ha expresado en las protestas que han sacado a cientos de miles de franceses a la calle: la más conocida en el exterior, por su espontaneidad y violencia, es la de los gilets jaunes –chalecos amarillos-. En realidad, ésta se suma a muchas otras protestas contra las reformas laborales, contra las reformas pensionales, contra el manejo ambiental.

Lo novedoso es que los ecologistas han optado, ahora sí, por ser abiertamente de izquierda. En su análisis, ponen en el mismo plano la lucha contra las desigualdades y la lucha por el clima. Exigen una mayor tributación del capital que deja huellas de carbono y del capital parásito. Defienden medidas como la protección a los agricultores (en vez de la agroindustria), la biodiversidad (en vez de los monocultivos). Defienden el uso de energías verdes, piden más impuestos para los automóviles grandes que dejan huella de carbono.

Los partidos de izquierda, además de luchar contra las desigualdades, la defensa de los bienes públicos o los derechos de los trabajadores, defienden el derecho a una mayor calidad de vida. Piden desarrollar los transportes verdes (como el tren o la bicicleta). Saben que los derechos de los trabajadores no pueden reñir con el derecho a vivir en un planeta sano.

Por supuesto, tienen aún diferencias cuando se trata de aterrizar ciertas propuestas, pero en términos generales saben que caminan en la misma dirección. Hoy, los programas ecologistas y de izquierda son convergentes, como se ve por ejemplo en la “Convención ciudadana por el clima”. Esta asamblea de 150 ciudadanos escogidos al azar, convocada por Macron para dar respuesta a las peticiones de los gilets jaunes, acaba de presentar sus propuestas luego de 9 meses de deliberación. Sus medidas incluyen reducir la semana laboral para crear más empleo, avanzar en la justicia social, además de limitar la velocidad en autopistas para reducir la polución, prohibir pesticidas, crear el crimen de “ecocidio”, etc.

En suma, es este esfuerzo programático en el que se viene trabajando desde hace años lo que ha sido recompensado en las elecciones municipales de junio de 2020. ¿Podría replicarse este resultado para las elecciones presidenciales y legislativas? Es la pregunta que todos se hacen: la respuesta depende en gran medida en que se dejen de lado los liderazgos individuales, los mesianismos, y se siga profundizando en las alianzas programáticas.

* Socióloga, investigadora asocida de la Universidad Paris Diderot. @blou

 

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