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Palestinos y ucranianos

Daniel García-Peña
19 de marzo de 2024 - 02:00 a. m.

Se han cumplido dos años de la invasión de Rusia a Ucrania y cinco meses de la invasión de Israel a Gaza. Son guerras muy distintas, en contextos geográficos e históricos diferentes, pero ambas impactan de manera significativa la política global y reflejan las profundas contradicciones de las grandes potencias.

En los dos casos la intención expresa de los invasores es borrar del mapa a los invadidos. Putin desconoce la existencia de Ucrania, que considera parte de Rusia, como en los tiempos del imperio zarista de Pedro el Grande, tal como les enseñan a los niños ucranianos en los territorios ocupados. Por su parte, Netanyahu se opone a la creación de un Estado palestino, desconociendo los Acuerdos de Oslo firmados por Israel en los noventa, y ha promovido a lo largo de los años asentamientos judíos en los territorios ocupados, contrario a las resoluciones de la ONU. Sus acciones en curso, mundialmente televisadas, han sido calificadas como un genocidio en la demanda de Sudáfrica, apoyada por Colombia y otros países, ante la Corte Internacional de Justicia.

No son casos iguales. Por una parte, Ucrania, con 20 % de su territorio ocupado por Rusia (incluyendo a Crimea desde 2014), es un Estado reconocido internacionalmente, que cuenta con un ejército fuertemente armado por Occidente. Por otra parte, pese a haber sido reconocido por la ONU en 2012 como “Estado observador no miembro”, Palestina no es un Estado soberano, ya que su población fue expulsada de sus territorios históricos con la creación del Estado de Israel en 1948, conocida como la Nakba, y los otros -Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén- han sido ocupados desde 1967.

Putin y Netanyahu son ambos nacionalistas de extrema derecha. Pero mientras el primero lleva 25 años en el poder y acaba de ser reelecto por 6 años más, con la oposición en la cárcel, en exilio o muertos, el segundo estaba tambaleando políticamente e investigado por corrupción previo a los ataques terroristas del 7 de octubre. Si bien a partir de entonces logró conformar un gobierno de unidad nacional, persisten cuestionamientos acerca de su actuación ante los ataques, totalmente reprochables, que dejaron 1.200 muertes y 250 rehenes, y recibe fuerte presión para detener la guerra por parte de las familias de los rehenes aún en manos de Hamas.

En las dos guerras, la población civil ha sido duramente afectada. En Ucrania, ha habido 11 mil civiles muertos y 10 millones de desplazados, lo cual representa cerca del 30% de la población. (Según Ucrania, han muerto 31 mil soldados ucranianos y 414 mil soldados rusos). En Gaza, han muerto 31 mil civiles y se han desplazado 1.9 millones de personas, que constituye 85% de la población. (Según Israel, han muerto 223 soldados israelís y 10 mil combatientes de Hamas). Ambas son tragedias humanitarias de talla mayor, pero las proporciones y los tiempos indican que la intensidad y la crueldad es aún mayor en Palestina que en Ucrania.

Pero sin duda la mayor diferencia entre una y otra catástrofe humana es la posición que han asumido los países de Occidente, particularmente Estados Unidos: en Ucrania, apoya a los invadidos mientras que en Gaza apoya a los invasores.

Tras los ataques, Biden expresó respaldo irrestricto a Israel, invocando su derecho a defenderse, lo cual concitó el consenso casi unánime de las fuerzas políticas en el país. Pero, aunque Israel dice que su guerra es contra Hamas, la brutalidad absoluta contra la población civil - mujeres, niños y niñas – ha generado una fuerte reacción en contra, en particular por parte de los jóvenes y sectores progresistas, claves para la reelección de Biden, así como los árabes americanos, significativos en el crucial estado de Michigan. También han expresado indignación sectores importantes de la población judía.

Poco a poco, Biden se ha venido distanciando de Netanyahu, insistiendo en la ayuda humanitaria y un cese al fuego. Pero fueron las palabras la semana pasada del influyente senador Charles Schumer, judío de Nueva York, líder de la mayoría demócrata en el Senado, afirmando que las políticas de Netanyahu estaban convirtiendo a Israel en un paria en el mundo y pidiendo nuevas elecciones para reemplazarlo, que sin duda marcaron un viraje significativo. Biden le dio su bendición, diciendo que había sido “un buen discurso”. Crecen las voces de demócratas en el Congreso que piden que la ayuda militar a Israel, vital para su guerra, sea condicionada al respecto por los derechos humanos. Por su parte, la ayuda militar a Ucrania también ha perdido el amplio respaldo que tuvo al comienzo y enfrenta fuerte oposición de los republicanos y su candidato Trump.

Más allá de la geopolítica, lo único cierto es que ambas guerras están matando, cada día más, miles de personas inocentes, destruyendo familias, casas, escuelas, hospitales, ciudades enteras. Las escenas de devastación y montañas de escombros son indiferenciables independientemente de que sean en Avdivka o en Jan Yunis. Pero lo que no han logrado destruir ni Putin ni Netanyahu son las naciones invadidas. Por lo contrario, entre más muerte y destrucción acechan, mayor es la resistencia y más fuerte las luchas de los ucranianos y palestinos, mientras crece la solidaridad de los pueblos del mundo.

***

En una conferencia internacional a la que asistí escuché una ponencia impactante sobre otra guerra de la cual poco se habla, pero de gravedad comparable, en Sudán, país con una población comparable a la de Colombia y casi el doble de nuestro territorio. La fuerza paramilitar RSF, apoyada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, se enfrenta al gobierno militar, respaldado por Irán, destruyendo buena parte de la capital Jartum, casi del tamaño de Bogotá. Desde que estalló la guerra en abril del año pasado, ha habido 15 mil muertos y 9 millones de desplazados adicionales a los 2 millones antes desplazados en Darfur, mientras la prensa no habla de ella y la comunidad internacional tampoco se pronuncia, sea por impotencia o por indiferencia.

danielgarciapena@hotmail.com

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.

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Ricardo(35219)19 de marzo de 2024 - 04:45 p. m.
Hay suicidas como Hamas que dan papayas y después de quejan. Lo de Ucrania otra papaya la expansión de la Otan, ya lo había advertido Putin.. el ser humano es obtuso y después de pone en plan de víctima
Natalia(dtuqq)19 de marzo de 2024 - 04:08 p. m.
Qué objetiva y lúcida es esta columna. Gracias.
Usuario(82535)19 de marzo de 2024 - 05:01 p. m.
Incomparables las dos dos situaciones.la una es una guerra la otra es un genocidio contra gente inerme.las causas no comparables: Ucrania desde 2014 pedía gritos que la invadieran, palestina no desenfocado el profesor
Fabio(23081)19 de marzo de 2024 - 12:45 p. m.
El daño que ha provocado Netanyahu a Israel es irreparable. En las siguientes décadas cuando se hable del holocausto judíos no podremos evocar más que el genocidio al pueblo palestino. Es necesario que los judíos colombianos hablen claro como lo hizo Kalmanovitz porque la imagen que tenemos de ellos los colombianos es que apoyan al corrupto Netanyahu.
  • Eduardo Sáenz Rovner(7668)26 de marzo de 2024 - 06:45 p. m.
    Yo no apoyo a Netenyahu ni lo apoyan mis primas en Israel. Pero cuando los sicópatas entraron a asesinar y secuestar el 7 de octubre...
Chirri(rv2v4)19 de marzo de 2024 - 10:40 a. m.
Acá entre nos, la extorción a favor de las mafia que respaldan al uribismo no nos dejan hacer la siesta a lo bien sabroso. Pero ajá, tenemos un presidente que lo comprende y hace lo que mejor puede.
  • Atenas(06773)19 de marzo de 2024 - 02:52 p. m.
    ¡¡“Extorcion”!! ¿Qué cosa tan rara será eso q’ anota la pelota de Chirri? Buueeenno, es un fiel ejemplar de la jauría, sin ningún caletre. Atenas.
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