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Breve guía para entender a antimodernos que llegan al poder

Daniel Mera Villamizar
25 de julio de 2022 - 05:00 a. m.

No son todos, pero sus ideas sobre el individuo, la sociedad, el poder y la ciencia merecen discusión.

De pronto no estamos bien preparados intelectualmente para entender algunas propuestas y discursos que escucharemos en este periodo con la fuerza del poder. Como no sabemos todavía el nuevo talante oficial frente al pluralismo de ideas, este es un aporte de fundamentos al debate que pretende ser cauto (con algo de “autocensura”).

Aclaremos, en primer lugar, que los “antimodernos” no son premodernos (y “premoderno” ahora no suena tan ofensivo como antes): son modernos con variados motivos de descontento o enemistad con el proyecto de la razón y la libertad (modernidad).

Se ha dicho que el gran motivo de los modernos antimodernos es que el progreso les resulta como una espiral o pendiente que nos ha llevado a la barbarie (de las guerras mundiales, la bomba atómica) y nos llevará a una catástrofe de la humanidad.

Steven Pinker (y citarlo es una declaración fuerte en esta discusión), con el libro En defensa de la Ilustración, nos hizo el favor de mostrar que no vivimos la peor época de la humanidad. Sin embargo, en el mundo occidental y en Colombia hay corrientes contrarias a pilares de la modernidad.

Una manera de entenderlos es prestar atención a las ideas que subyacen a sus planteamientos sobre el individuo, la sociedad, el poder y la ciencia. Estamos hablando de los “antimodernos” progresistas, no de los herederos intelectuales de los reaccionarios desde la Revolución Francesa.

El ideal moderno es un individuo libre, que se concibe a sí mismo como integrante autónomo, por elección, de distintos grupos, no por adscripción. Ni la integridad de su ser ni su destino están determinados por una adscripción. Es un cocreador de su propia cultura y a mayor libertad económica, más despliegue de la razón y más libertad política y cultural.

Piénsese en cuán reciente es esta libertad individual en la historia. Un espíritu moderno la alienta; un espíritu antimoderno le pone trabas. Y tales trabas se condensan en la concepción de la sociedad como un conjunto de grupos predeterminados más que de individuos libres. Algunos antimodernos creen o dicen que hay dos grupos predeterminados en la sociedad.

Se usa la política y al Estado para encuadrar a millones de individuos en categorías fijas, subsumiendo (subordinando) sus identidades libres en una sola, es decir, recortando su uso de la razón y de la libertad para, aparentemente, gobernar más fácilmente la sociedad.

Un espíritu moderno sabe que a mayor libertad, más “identidades” cultivadas, fluidas y contextuales. A un espíritu antimoderno le importa sobre todo la adscripción a la categoría que pueda controlar más, en la onda de antes, cuando el origen determinaba la vida, el “pensamiento” y las costumbres de las personas.

Esa concepción “estamental” de la sociedad se traslada a la fuente de la conformación del poder político: los antimodernos están en el plan de quitarle peso al principio de representación (de los individuos libres que votan) y dárselo a las comunidades, reales o inventadas, donde no opera la democracia electoral (un individuo/un voto) para decidir la representación. No importa que ya estemos probando lo que es “representación” de comunidades por asambleas a mano alzada, sin ningún control de la representación. Lo que importa es erosionar el proyecto de la Ilustración.

Y en cuanto a la ciencia, los modernos (intelectuales) que han decidido volverse contra el proyecto de la razón y la libertad, saben que la ciencia y la tecnología son la máxima expresión de ese proyecto, al lado del humanismo.

El curso que exhiben es deslegitimar la ciencia en sí misma por usos que le ha dado el poder, en vez de mostrar desde el poder que se puede incentivar el uso noble y correcto de la ciencia. El impulso que tienen suelto es socavar la ciencia que tan difícil ha sido construir.

En términos políticos e ideológicos estos antimodernos son coherentes entre lo que quieren que sean el individuo, la sociedad, la fuente del poder en la democracia y la ciencia.

Y está bien. Hay que contraponer argumentos y evidencias.

@DanielMeraV

 

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