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La forma de hacer política

Jorge Iván Cuervo R.
22 de marzo de 2024 - 02:00 a. m.

Creo que fue Carlos Gaviria quien dijo que se gobernaba como se hacía política, frase que otros han reproducido como un mínimo estándar de ética pública, y refleja muy bien una característica de los sistemas políticos: la relación que existe entre la forma de hacer política y la forma de gobernar, especialmente en presencia de grupos de interés que financian las campañas y buscan beneficios de distinta índole a cambio de ello, que van desde tratamientos preferenciales en materia tributaria, hasta políticas que apoyen el sector en el que realizan su actividad empresarial y, lo más común, beneficiarse con contratos para ellos y su círculo cercano. La política como espacio de transacción por fuera de lo público.

En Estados Unidos, es un tema recurrente el rol de las empresas del llamado complejo militar industrial -expresión acuñada por Dwight D. Eisenhower- financiando campañas y luego recibiendo contratos, como el caso de Halliburton en la reconstrucción de Irak y en la oferta de todo tipo de servicios al Departamento de Defensa. La expresión cabildeo o lobbying surge en el contexto de la influencia de la industria tabacalera en el Congreso de los Estados Unidos para impedir aumentos a los impuestos al tabaco, y como las reuniones no podían hacerse en los espacios institucionales, los congresistas eran abordados, justamente en el lobby del Capitolio. Ante la persistencia de ese fenómeno, en ese país el cabildeo está reglamentado.

En Colombia ha sido imposible reglamentar el cabildeo, y ante un sistema opaco de financiación de campañas, es una práctica recurrente que grupos empresariales apoyen candidatos, tanto a cargos individuales como de corporaciones, no precisamente por altruismo, sino para obtener algo a cambio, generalmente tratamientos preferenciales. El cabildeo de la industria cervecera por años, fue uno de los rasgos característicos de la relación sistema político-sector privado sin que nadie se lamentara por ello.

En un gobierno que se presenta como un gobierno del cambio, es razonable que se esperara cambiar la forma de hacer política, precisamente por ese postulado de que se gobierna como se hace campaña. Las denuncias de la cercanía del llamado clan Torres –no a todo empresario que financia campañas en Colombia y recibe beneficios se le llama clan, por ejemplo, los Daes en Barranquilla- con la campaña de Gustavo de Petro y luego con el gobierno, dejan en evidencia que no fue posible hacer el cambio en la forma de hacer política. Si a eso se suma las afirmaciones de Armando Benedetti y lo que ha dicho Nicolás Petro sobre la financiación de la campaña, todo indica que este gobierno, para llegar al poder, no se diferenció de quienes Petro ha señalado en el pasado de incurrir en estas prácticas. Que sea un problema estructural, que nadie pueda jugar otras reglas, no parece suficiente para excusarlo.

A este gobierno se le irá el resto del periodo lidiando con esto, tanto en lo judicial como en lo político y, por supuesto, sus detractores harán todo lo necesario para magnificar el hecho y deslegitimar el fundamento ético de sus iniciativas y desconocer que mucha gente tradicionalmente excluida se sienta representado en él. No importa que todos los gobiernos anteriores lo hayan hecho -solo recordemos Odebrecht-, que lo haga un gobierno que prometía el cambio, es aún menos excusable.

No creo que solo por la plata de los Torres, Petro fue elegido, su elección también representa otras cosas y no se agota solo en eso, como no se agota la legitimidad de Uribe por haber recibido plata de Enilce López, o la de Santos por elegirse con ayuda de los ñoños y recursos de Odebrecht, o la de Char, con la plata de los Daes.

Pero por no haber sido suficientemente cuidadoso en campaña, no reproduciendo las prácticas que son habituales en los políticos tradicionales, hoy se lo cobran con especial dureza, no precisamente porque rechacen esas conductas y esto implique que no vuelvan a aparecer en el futuro, lo hacen con la clara intención de quitarle legitimidad a un proyecto político que plantea unas discusiones que el establecimiento no está dispuesto a dar fácilmente.

Pero es un hecho que Gustavo Petro no fue capaz de jugar por fuera de las reglas de juego que tanto criticaba, y tiene que enfrentar las consecuencias de ello, asumiendo el posible fracaso de su gobierno al que tanto le apuestan sus contradictores.

@cuervoji

 

Andres(11973)12 de abril de 2024 - 12:07 p. m.
Petro es peor que todos. Se unió a las peores calañas tanto de la izquierda como de la derecha. Hoy tenemos destruido el sistema de salud, Ecopetrol es ya una empresa quebrada, el ejército y la policía son unos burócratas sin objetivos y el estado es disfuncional. La razón principal es que un vícioso, bocón sin oficio está en el.poder. el cinismo se apoderó del estado, la mediocridad y la corrupción son las que mandan hoy.
Libardo(10892)24 de marzo de 2024 - 01:15 a. m.
La peor derrota es parecerse al enemigo. Petro, debió, aun hoy, tener en cuenta eso de que los que vienen detrás no se sabe si lo siguen o lo persiguen. Botones de muestra: Benedetti y Nicolás, por nombrar los emblemáticos
Dora(tw0d9)22 de marzo de 2024 - 09:13 p. m.
totalmente de acuerdo ahora se asombran de lo q ellos siempre han apoyado. y seguiran haciendo. NO esta bien para nadie pero lo que molesta es la doble moral
hernando(26249)22 de marzo de 2024 - 06:38 p. m.
Cierto. Cambiò legitimidad por el plato d lentejas
Mario(16018)22 de marzo de 2024 - 06:35 p. m.
Excelente columna. Al resultar con las mismas mañas de los políticos corruptos, es lo que no le perdonan al sofista y, que no entienden los borregos que votaron por él.
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