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Gamero y las lecciones del extranjero

Jorge Tovar
08 de abril de 2024 - 02:00 a. m.

Millonarios empató con Flamengo de local en su debut de Copa Libertadores. Dicho así, no parece gran cosa. Pero viendo el partido, jugando ante un equipo, teóricamente muy superior, de tú a tú, empatando con desventaja numérica, fue un gran resultado. Lo más llamativo para mí fue la frase de Gamero en la rueda de prensa: “Teníamos que meternos en la cabeza lo que está haciendo el profe Lorenzo, que le está ganando a todo el mundo. Tenemos que jugarles a todos mano a mano”.

Hace poco mencioné que Lorenzo, seleccionador nacional, hacía lo correcto convocando a los mejores jugadores colombianos, aunque ninguno estuviese en la liga colombiana. Parte de la prensa deportiva lo criticó por ello. Evidentemente, Gamero no. Mientras unos protestaban, Gamero analizaba el fútbol del argentino, seleccionador nacional. Seguramente, vaya uno a saber, revisó movimientos y tácticas de la selección, pero le llamó la atención algo más.

Colombia lleva 21 partidos sin perder. No todos fueron con Lorenzo, pero suyos son los resultados ante gigantes del mundo como Alemania, Brasil y España. Algo está haciendo. A Gamero le llamó la atención lo intangible. En el fútbol se gana, se empata o se pierde. Pero el objetivo debe ser meter un gol más que el rival. Hay que “jugarles mano a mano”.

A Colombia han venido grandes entrenadores. Pedernera fue el primero. El maestro vino a jugar en 1949 y terminó impartiendo cátedra por mucho tiempo. Más adelante, en los años 70, llegó Osvaldo Juan Zubeldía, ya entonces tricampeón de la Copa Libertadores con Estudiantes de La Plata. La escuela yugoslava (con Toza Veselinovic a la cabeza) y Bilardo también dejaron grandes enseñanzas.

Nuestros dos grandes entrenadores históricos, Gabriel Ochoa Uribe y Francisco Maturana, bebieron de la sabiduría de estos aventureros del mundo que eligieron tierra colombiana para trabajar e impartir sus enseñanzas.

Durante buena parte de los años 80 y en los 90, nuestros clubes y selecciones fueron capaces de enfrentar mano a mano a los equipos del mundo. Nadie olvida las finales del Cali y América en Copa Libertadores, el título de Nacional, y el fútbol desplegado por momentos por la selección de Colombia. Antes, los más jóvenes no lo imaginan, nuestro fútbol era la cenicienta de Suramérica; se equiparaba con Venezuela y Bolivia.

Plantearse el mano a mano con los grandes del mundo se mantuvo por un buen tiempo. En ocasiones fracasando, otras rozando la gloria, como en Brasil 2014. Los insumos, por supuesto, no siempre son los mismos.

Pero llevamos unos años en que la selección frustraba más que emocionaba. Los clubes solo fracasaban. Estábamos entrando en una fase que recordaba tiempos pasados en que lo natural era perder, si no salir arrasados. Salvo el más fanático, nadie ve a Millos o Júnior campeón de la Copa Libertadores. Pero si Lorenzo ha logrado convencer al fútbol doméstico de que podemos y debemos jugar mano a mano, creo que es la mejor contratación en décadas.

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