La oposición ha iniciado sus manifestaciones públicas contra lo que consideran injusto y errático desde el nuevo poder que los ha relegado a la impotencia de la observación por fuera de los despachos de las decisiones, y han programado una segunda marcha nacional para el 24 de octubre. Pero aún no se ha entendido muy bien las razones de la desazón o de la rabia, que parecen tan fuertes y humeantes en sus convocatorias y poco racionales en sus consignas. Parece más grande aun el resentimiento contra el cambio radical en la vida pública del país que consideraron siempre suyo, sin que les importe demasiado la estructura de las ideas para contradecir las políticas y las directrices del Gobierno.
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