La razón de la locura

Julio César Londoño
11 de noviembre de 2023 - 02:00 a. m.

Como somos “el animal que piensa”, la locura es una desgracia. Sin la razón, somos un animal simple. Cuando un amigo enloquece, sentimos que levantó entre él y nosotros un muro alto y espeso. Sin embargo, amamos las locuras pasajeras. Si el fin de semana trae una fragancia erótica, es porque encierra la posibilidad de “una noche loca”. Aunque el amor es un delirio, una enajenación mental que puede llevarnos al altar y a sus demonios, es un sentimiento respetadísimo. Anhelado. El Sentimiento. Casi tan importante como el brillo del oro. O más.

Tal vez lo ideal sea una cordura intermitente. Sin muros altos ni muy largos.

La locura es tan vieja y tan necia como los dioses. Recordemos a Jehová, que le ordena a Abraham apuñalar a su hijo Isaac, solo para probar su fe. Es un dios celoso. Quiere ser amado por encima de todas las cosas. Es demasiado humano. Barro sin viento. Nuestra peor imagen. La mayor semejanza.

Claro, podemos alegar que Jehová no era loco, solo pervertido o un bromista pesado, y que sus designios eran famosamente inescrutables. Amén.

La locura es tan vieja y tan necia como los reyes. Recordemos a Agamenón, inmolando a su hija Ifigenia para que los vientos soplen y las cóncavas naves vuelen hasta Troya y rescaten a Helena.

Los filólogos sostienen que Agamenón no estaba loco. Era un estadista severo: puso el honor de Grecia por encima del amor filial. Aquí la deidad celosa es el Poder: “Si eres digno del trono, sacrifícalo todo en mis altares”. Pero su esposa, Clitemnestra, se limpiaba el fundamento con la filología y la geopolítica: “¡No eres un dios, ni siquiera un rey, solo un miserable que sacrifica a su hija para rescatar a una puta!”.

Los griegos descubrieron que los genios segregaban mucha “bilis negra”, sustancia que los hacía melancólicos (“problema 30 de Aristóteles”). ¿No es un elogio directo a la sinrazón? ¿No significa que la inteligencia equivoca el camino a la felicidad?

El Elogio de la locura es una diatriba de la Necedad contra los sabios, las instituciones, la gramática, los filósofos, los abogados, los teólogos. En suma, contra la razón. “Los sabios son pobres y amargados, mientras los necios ríen, nadan en la opulencia, gobiernan imperios y gozan de una suerte feliz y floreciente”.

La moneda más alta de Babilonia era el “talento”. Equivalía a 34 kilogramos de plata (un esclavo costaba ocho talentos). Entonces, como ahora, la riqueza era sinónimo de sabiduría y prueba inequívoca de la cordura de un babilonio. Hoy pensamos igual, aunque la plutocracia sea ese desvarío criminal que multiplica el hambre, desprecia las políticas ecológicas, tizna el aire y enturbia las aguas. Para un neoliberal, el ambientalista es enemigo del progreso, un loquito romántico, un sanfrancisco anacrónico.

Su recelo contra la razón convierte a Erasmo en un pensador moderno, el primero en plantear la paradoja: ¿por qué el hombre, que cifra su orgullo en la razón, desconfía de ella, lo mueven las pasiones, vibra en los delirios del amor y en los desvaríos de la ambición, y lo fascinan la audacia y la locura? Tal vez porque, a pesar de que ha tocado puntos muy altos en ciencias, la razón ha parido demasiados monstruos. Estamos lejos de la candidez del positivismo. Sabemos que los inventos resuelven unos problemas y crean otros. Recelamos de las máximas ejemplares y preferimos mirarnos en el cristal de roca del aforismo cínico. Hoy ponemos todo en tela de juicio, incluidas las certezas, el lenguaje, la democracia, la inteligencia y la razón, entidades que nadie ha podido definir.

Millor Fernandes decía que la intuición es una disciplina que no fue a la escuela. Tal vez la razón es apenas una máscara prestigiosa de la locura.

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Juan(45350)13 de noviembre de 2023 - 02:24 a. m.
Excelente!!! Maestro
-(-)12 de noviembre de 2023 - 02:59 p. m.
Este comentario fue borrado.
  • Fernando(03477)12 de noviembre de 2023 - 03:08 p. m.
    Basta una prueba para desconfiar de la razón: de la ilimitada y venerada y respetada "racionalidad económica" del sistema capitalista, que condujo y sigue conduciendo al empobrecimiento del planeta, al frenesí por su pseudo tecnociencia y al desbordamiento del entusiasmo vacío de la época.
  • -(-)12 de noviembre de 2023 - 03:03 p. m.
    Este comentario fue borrado.
Ricardo(68260)12 de noviembre de 2023 - 12:53 a. m.
extraordinario. Permítame preguntar además: Por qué el hombre que cifra su orgullo en la pasión (la avaricia, el odio, la fe…) desdeña el pensamiento racional, defiende hasta la muerte sus convicciones, solo aprecia lo que puede medirse y supedita hasta el amor a la satisfacción de sus valores?
Oscar(36876)12 de noviembre de 2023 - 12:35 a. m.
Eh Julio, la rompiste. Hermosa columna. Ay la locura. Gracias
Alberto(3788)11 de noviembre de 2023 - 11:43 p. m.
Cipote Columna. Y como dice un Sabio popular: Muchos adelantos, como el celular, internet, las redes sociales, nos crean problemas que antes no teníamos. Gracias, Julio César Londoño.
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