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El arte y la cultura

Ataques a los bienes culturales

Manuel Drezner
11 de diciembre de 2023 - 12:00 p. m.

La semana pasada, en la Ópera Metropolitana de Nueva York, una representación de una ópera wagneriana fue interrumpida por un ínfimo grupo que sacó carteles y comenzó a gritar frases contra el cambio climático. Ya en varias oportunidades la prensa ha informado de fanáticos que deciden pegarse en museos con adhesivos a obras de arte importantes de Van Gogh, Renoir o Picasso entre otros, con el pretexto de defender sus ideas sobre cómo camina el mundo. Hay vándalos que han destruido monumentos públicos con pretextos similares y en Ámsterdam otro fanático se subió al escenario en la mitad de un concierto sinfónico y comenzó a gritar en forma desaforada en defensa de alguna causa. En París algunos edificios que albergan museos y casas de ópera han sido manchados con grafiti con lemas similares.

No nos equivoquemos: las tesis que defienden esos vándalos pueden ser muy meritorias, pero es claro que un puñado de activistas está destrozando el derecho de una mayoría a gozar de óperas, conciertos u obras de arte y creen estar en posesión de la verdad revelada sin consideración alguna por el resto de la gente. Esa gente son una catástrofe cultural y aunque el pretexto de ellos es que en esa forma pueden llamar la atención a problemas del planeta, lo cierto es que están abusando de la llamada libertad de expresión, que permite a cada cual expresar sus opiniones, pero no a costa de los demás y mucho menos destruyendo bienes culturales valiosos e irreemplazables. Aquí cabe recordar la famosa e importante frase de José Martí, quien dijo que “tu derecho a extender tu mano se acaba donde comienza mi nariz”.

Lamentablemente se ha difundido la creencia de que porque alguien tiene alguna tesis para defender eso le da derecho a cometer actos de vandalismo y destrozar el derecho de los demás a no estar de acuerdo con esas creencias. Cuando el resultado final es el de destrozar bienes culturales únicos, hay que decir que a esa gente hay que caerle con el peso máximo de la ley, ya que por mostrar y defender alguna idea está causando daños irreparables. Aquí no hay libertad de expresión que valga, puesto que no se limitan a exponer sus ideas sino que invaden la tranquilidad de los demás. Con el hecho incuestionable de que muy probablemente, así esas ideas sean razonables, ante esos ataques inmisericordes a la cultura, muchos deciden ser partidarios de ideas opuestas a las que exponen los fanáticos.

 

Gines de Pasamonte(86371)11 de diciembre de 2023 - 02:27 p. m.
La archifamosa pintura: “La Venus del Espejo” de Velázquez, expuesta en Londres, ha sido vandalizada en varias ocasiones. Así mismo la célebre escultura de miguel Ángel: “La piedad” o “La pietá”, fue atacada a martillo en 1972. Mucho desadaptado pretende salir del anonimato con estos hechos, tristemente célebres, por supuesto. No existe causa que justifique dichos atentados, así los fines que persigan los desadaptados, sean altruistas.
ALVARO(28865)11 de diciembre de 2023 - 02:17 p. m.
¿Si museos y salas de concierto no ocasionan el calentamiento global, porque esos activistas no hacen sus trastadas en convenciones gremiales de petroleros, carboneros, transportadores, industriales y otros productores de polución pesada, o en sus sedes operativas?
Atenas(06773)11 de diciembre de 2023 - 01:39 p. m.
Cuánta verdad encierra esta atinada columna de hoy, del nihilismo o libertinaje de ciertas repudiables minorías q’ así, mediante actos vandálicos, quieren imponer sus obsesiones a la mayoría, lo q’ yo llamo la vulgar jauría. Misma q’ es la hueste del sofista Petro.
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