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El número 76 en la gematría hebrea (el arte de darles significado a los números) significa abundancia. Podríamos usar ese término para definir al Estado de Israel, que hoy cumple 76 años de vida republicana, desde aquel 14 de mayo de 1948 en que David ben Gurión declarara la independencia al final del mandato británico.
Abundancia de historia del pueblo judío, más de 3500 años desde que legara a la humanidad los diez mandamientos. Milenios en los que los judíos prosperaron y sufrieron, un trasegar único entre las naciones del mundo.
Abundancia de logros que ostenta Israel en todos los campos: social, económico, científico, militar, agrícola, médico, ciber y más, producto del ADN del pueblo judío que por siglos ha privilegiado la educación y el aprendizaje. Cuatro universidades entre las mejores 200 del mundo. Desde el riego por goteo que transformó la agricultura, hasta las grandes innovaciones tecnológicas del presente Israel se ha convertido en abundante magneto de empresas de todo el mundo para investigación y desarrollo.
Abundancia de diversidad caracteriza igualmente a Israel. Dos de sus diez millones de ciudadanos son árabes, la mayoría de ellos musulmanes, ciudadanos del Estado con activa participación en la política y la sociedad. Multiplicidad de razas, idiomas, culturas y religiones hacen de Israel un crisol de diversidad además de ser uno de los pocos países del Medio Oriente en el que las minorías sexuales gozan de total libertad.
Por otro lado, Israel ha enfrentado abundancia de enemigos de todos los pelambres. El mismo día de su independencia los Estados Árabes, determinados en matar al bebé en su cuna, le declararon la guerra al naciente Estado. Israel prevaleció, enfrentó otras guerras, terrorismo y boicots. Del enfrentamiento contra Estados, Israel pasó al conflicto con organizaciones terroristas cuyo objetivo ha sido su destrucción. Primero la OLP (Organización de Liberación Palestina) con su abundante lista de ataques contra civiles incluyendo el asesinato de los deportistas israelíes en las olimpiadas de Múnich.
Quizás no abundante en número, pero sí en alcance, Israel a sus 76 años enfrenta organizaciones terroristas islámicas genocidas, Hamás, Hezbollah y otras que, dirigidas, armadas y financiadas desde Teherán, buscan la aniquilación del Estado Judío, amenaza que no se cierne sobre ningún otro Estado del planeta.
Abundante, por decir lo menos, el odio hacia Israel, más allá de las críticas legítimas a la guerra en Gaza, de parte de sectores políticos del mundo empecinados en borrar a Israel del mapa, físico y cultural, cuyo mayor reflejo se vivió en el reciente festival de música de Eurovisión contra la cantante Eden Golan, acosada por decenas de miles de manifestantes por el solo hecho de ser judía israelí.
Los enemigos de Israel y del pueblo judío convergen rabiosamente desde el pasado 7 de octubre en varios frentes; una guerra de exterminio, desde Gaza, Líbano e Irán evitada únicamente por la acción militar de Israel y un festival de odio y deslegitimación nunca visto, basado en una mezcla de mentiras, medias verdades, tergiversaciones y antisemitismo puro y duro.
Abundancia de amigos y aliados también arropan a Israel con muestras de solidaridad llegadas desde los confines del planeta tras la masacres del pasado 7/10, por los 134 secuestrados aun en cautiverio y las recurrentes acusaciones espurias de genocidio.
Abundantes las muestras de paz que Israel ha extendido a sus vecinos árabes incluido al pueblo palestino.
Lo más abundante en este día 76 de independencia es la unidad inquebrantable del pueblo judío como se ha dado a través de la historia cuando las circunstancias adversas así lo exigían.
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