Así como en el Ecuador el presidente Guillermo Lasso cerró el Congreso para evitar un juicio político, Mariano Ospina Pérez hizo lo propio en Colombia. El liberalismo, después del Bogotazo del 9 de abril 1948, intentó contribuir a la paz haciendo parte de un gobierno de unión nacional en el que participaban ambos partidos. Darío Echandía aceptó ser ministro de Gobierno con la esperanza —siempre tan soñadores— de que él se haría cargo del poder para que luego asumiera Eduardo Santos, quien era el designado. Ospina no renunció porque “es mejor un presidente muerto que un presidente fugitivo”.
Por eso, esa luna de miel bipartidista no funcionó. El liberalismo, que era mayoría en el Congreso, patrocinó un anticipo de elecciones presidenciales, también soñando con ganar. Ante ese fracaso, los liberales trataron de hacerle un juicio político a Ospina por los hechos del 9 de abril. Pero no contaban con su astucia. El 9 de noviembre de 1949, pocos días antes de las elecciones presidenciales y después de que presentaron la acusación contra él, cerró el Congreso, algo similar a lo que acaba de hacer el presidente Lasso.
Se realizaron las elecciones, con abstención liberal, y ganó Laureano Gómez. Por estar cerrado el Congreso, el nuevo mandatario debió posesionarse ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Domingo Sarasti, a quien nombró ministro de Gobierno después del discurso inaugural.
Luego no hay que sorprenderse por lo que ocurre en el Ecuador donde, en vez de un enfrentamiento entre liberales y conservadores, lo que hay es una disputa de Lasso con Correa.