El hombre que honró la política

La semana pasada fue muy triste y nos dejó un enorme vacío. Partió de este mundo un gran señor. Un incondicional con la amistad, pero sobre todo con sus íntimas convicciones, sus creencias, sus ideas y el respeto por las ajenas. Allí era donde encontraba lealtades, por eso nunca fue alcahueta. A sus amigos siempre les habló con la verdad, así no la quisieran oír. Con esa actitud perdió algunos, pero ganó muchos otros que sí lo entendieron y valoraron. Personas así son tan valiosas como escasas.

Creía en la dialéctica, en la convergencia como instrumento para avanzar con lentitud, pero con la seguridad de alcanzar propósitos comunes para la construcción de una mejor sociedad. Creía en la política y en el ejercicio honesto de ella, tan esquivo en nuestros tiempos. Por eso él era diferente, insular.

Hombre amable, buen conversador, sencillo, gran amigo, leal, honesto y político. ¿Un político puede ser todo eso al mismo tiempo? Pareciera ser mentira, pero en él todo ello sí coincidió. Telésforo era su nombre tan inusual como su verticalidad y honorabilidad.

He decidido escribir esta columna a varias manos, invitando a algunos de quienes conocieron a Telésforo Pedraza y disfrutaron de su sabio consejo, de su amistad y de sus magníficas historias, con el fin de rendirle homenaje a un político conservador con dotes de liberal, que el Estado supo aprovechar como cónsul en Suecia, cónsul en Rumania, subsecretario general de la Presidencia, embajador en los Países Bajos, concejal de Bogotá, representante a la Cámara y senador de la República, a quien conocí hace 33 años en el mismo apartamento en donde vivió hasta sus últimos días, lo cual lo dice todo.

A continuación mis invitados, de quienes doy fe fueron varios de sus grandes amigos:

“Caballero de la política. Excelente amigo y el más enterado de los acontecimientos nacionales. No se le pasaba ni una”, María Isabel Rueda.

“Hablar de Telésforo fue siempre hablar de lealtad, siempre atento a ayudar, conjugó sin claudicar lo público con el servicio”, Noemí Sanín.

“Fue un conservador muy liberal. Demócrata de tiempo completo. Enemigo de la reelección, sabía el desbalance que ocasionaría. Preocupado por la cultura, los derechos de las minorías -defendió la adopción y el matrimonio igualitario-, siempre diplomático, siempre sonriente. Amigo de sus amigos, a quienes les perdonaba todo, menos su deslealtad”, Juan Pablo Estrada.

“Con Telésforo ‘rompí’ una regla del periodismo: me volví amiga de la fuente. Sano. Correcto. Institucional. Un ‘godo’ comprometido con la diversidad sexual, la inclusión social, la cultura, la vida”, Lariza Pizano.

“Ha partido de este mundo un gran líder político, un gran servidor de las comunidades, pero sobre todo un gran amigo y contertulio. Telésforo hará mucha falta. Como líder, como patriota, como buen colombiano, pero sobre todo como inigualable amigo”, Víctor G. Ricardo.

“Un político de rectitud en el manejo de lo público como ya no se ve, pero ante todo, quizás, el último mecenas de la cultura en el país. Oír sus consejos y sentir su aprecio fue un gran privilegio”, Daniel Orozco.

“Telésforo quedará grabado en nuestro recuerdo y corazón como una huella indeleble, quien representó el verdadero significado de la amistad. Hombre sincero e incondicional. Justo, estudioso, honesto, con criterio y vocación de servicio”, Juana Carolina Londoño.

“Su singularidad en la vida política de este país proviene de su integridad moral, su firmeza y su transparencia en el testimonio de sus principios y las ideas a cuya suerte se aferró de modo entrañable. A diferencia de casi todos los demás, consagró su ejercicio a causas trascendentes como el bien común, la vigencia de las instituciones, su grandeza y su progreso”, Hernando Yepes Arcila.

Dediqué esta columna a Telésforo no por la fatal pérdida de un amigo. No es el primero ni será el último. Lo hice porque creo, desde mis entrañas, en el desempeño recto de la política, y para ello hay que recordar que sí hay hombres y mujeres que la honran.