Un gobierno espectacular

Piedad Bonnett
15 de enero de 2023 - 05:00 a. m.

Tal vez por el deseo de que triunfen las conversaciones de paz con el Eln, y por no darle papaya a la ultraderecha que se manifiesta en redes con amenazas escalofriantes, la opinión no ha exigido explicaciones frente al descache presidencial del 31 de diciembre, cuando Petro anunció un cese bilateral del fuego que el Eln se encargó de desmentir inmediatamente. Fue un oso colosal, un error que unido a otros muchos contribuye a una paulatina pérdida de credibilidad en el Gobierno. Claro está que los incondicionales de Petro le dieron la vuelta a la embarrada y ahora dicen que ese bache es en realidad una gran oportunidad. Y que los caballeros del Eln, expertos en chantajes, usaron el hecho para hablar de crisis en la mesa. Como negociadores son mucho más astutos.

Tarde acataron periodistas y políticos a hacerse la pregunta más importante: ¿qué fue lo que hizo que el presidente se equivocara de esa manera? Humberto de la Calle, conocedor como ninguno de los intríngulis de las negociaciones de paz, se pregunta, con toda razón, cómo Otty Patiño, jefe negociador de la mesa, desconocía el decreto, y afirma que “es probable que el Gobierno sintiera que estaba frente a una negociación fácil” entre cercanos. Otros hablan de ingenuidad y descoordinación. Y otros, como Pedro Medellín o Ramiro Bejarano, piensan que los coequiperos de Petro, Patiño, el comisionado de Paz, Danilo Rueda y Alfonso Prada, con tal de agradar y aplaudir a su jefe, como los cortesanos al monarca, lo impulsan a decir cosas que no son verdad. Todo lo anterior es, seguramente, cierto. Pero también es muy propio de Petro querer dar golpes de opinión y adelantarse a los hechos para luego desdecirse. ¡Y por Twitter, como un adolescente impaciente! Esta misma semana, por ejemplo, al día siguiente del derrumbe en Cauca, habló de un plan para “comprar haciendas cercanas” para reubicar a los damnificados, y de una millonaria inversión “para trazar, lejos de la placa tectónica, una nueva vía, en unos 70 kilómetros”, que permita un tráfico fluido entre el sur del Continente y la capital. ¿No suenan estas promesas muy irreales e improvisadas, sin haber un estudio previo y sin saberse de dónde van a salir los recursos?

En su afán de transmitir una sensación de cambio, el presidente va a tal velocidad que el riesgo de errar es enorme. Según León Valencia, “en los 100 días el gobierno hizo 665 anuncios, el 20 % (…) acompañados de decretos, proyectos de ley, etc”. Algunos de esos anuncios han puesto a tambalear la nación. Los ejemplos sobran. Lo del cese al fuego bilateral, por ejemplo, sorprendió a un ejército que no fue informado, mientras que el anuncio de la compra de los aviones franceses, que congraciaba a Petro con los militares, no solo puso a la opinión a preguntarse cómo el gobierno del cambio invierte en aviones de guerra mientras el país sufre tamaña desigualdad y pobreza, sino que presentaba problemas estratégicos que lo hicieron patrasear. Ni qué decir de la idea loca de un tren entre Buenaventura y Barranquilla, que el ministro de Transporte asegura será una realidad, y que parece uno de esos sueños faraónicos de los dictadores latinoamericanos. Y todo porque en este Gobierno proclive al espectáculo, todos quieren anunciar algo, mientras más impactante, mejor.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar