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El cambio

Rafael Rivas
25 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.

El Gobierno insiste en que lo eligieron para cambiarlo todo. La oposición también dice que hay que cambiar. ¿Colombia acaso no ha cambiado? La población del país se ha multiplicado por nueve en un siglo. El ingreso per cápita, por 10. La esperanza de vida al nacer se ha duplicado. El país no ha hecho sino cambiar, en gran parte por la revolución tecnológica. Entonces, ¿por qué la preocupación con el cambio? Hay tres posibilidades interesantes.

Primera, hay un grupo que, de manera inconsciente, en realidad está protestando por el vértigo que produce un exceso de cambio. Estas personas preferirían decrecer para volver a épocas doradas, que no existieron nunca. Un mundo más pobre, pero más feliz, en que el hombre vivía en armonía con la naturaleza y con sus semejantes. Algo de esta narrativa se inspira en una idealización de lo que era el mundo indígena, antes de que llegaran los esclavistas, el capitalismo y los demás horrores que creen que trajo el contacto con el mundo europeo.

Segunda, hay un grupo que cree que el cambio ha sido bueno, pero se frustra de que no haya sido más veloz. Esto se resume en un ansia por tasas de crecimiento más altas. Como la tasa de crecimiento del ingreso per cápita en Colombia ha sido alta, es improbable que sus aspiraciones por acelerar el desarrollo se vayan a satisfacer. Con buenos gobiernos, el ingreso per cápita seguiría creciendo lentamente, un poco más del 2 % por año. No habrá milagros.

Tercera, no hay duda de que la única variable que se ha mostrado casi inmutable, la desigualdad, esté teniendo un peso preponderante en la impaciencia por el cambio. Como la mayor parte de América Latina, Colombia ha sido desigual desde hace cientos de años, producto del tipo de colonización que hubo (de economía extractiva) y el colapso de las sociedades autóctonas con el contacto con el mundo europeo, por la conquista y la enfermedad. A pesar de los esfuerzos, ha sido muy difícil mejorar la mala distribución del ingreso y la riqueza.

Ni el crecimiento económico en sí, ni el “tipo” de crecimiento, han generado la desigualdad. Pero tampoco la eliminan solas. Y no es que los gobiernos no hayan tratado de adoptar políticas para promover una mayor igualdad económica. El gasto per cápita del Gobierno se ha cuadruplicado en los últimos 30 años y, aun así, el progreso ha sido frustrante. Parte de la explicación es que la acción del Estado tiende a favorecer a quienes tienen poder político y no necesariamente a quienes lo necesitan. Los aumentos en el salario mínimo van a beneficiar a empleados formales, pero probablemente perjudicarán a los informales. El gasto público en educación superior (v.g. los 500.000 cupos que quiere el Gobierno) compite con el gasto en la primera infancia, que los expertos coinciden en recomendar. Mucha gente piensa que la política es el arte de escoger lo mejor, en abstracto, cuando en realidad la política electoral es una competencia entre distintos intereses que tratan de imponer lo que más le conviene a cada cual. La democracia genera igualdad en el derecho al voto, pero no necesariamente genera políticas igualitarias. Y, además, produce castas políticas profesionales, que buscan el éxito electoral aun con financiación de origen dudoso. ¿Suena conocido?

De todos modos, es importante destacar que otras manifestaciones de la desigualdad, por ejemplo la desigualdad de género, en los derechos de expresión sexual, en la libertad de culto, sí han mostrado mucho progreso, lo que ha ayudado a darle impulso a la sociedad e inspirado la esperanza de una vida más amable para muchos. La velocidad de estos cambios, que son necesarios, también puede generar zozobra social. Para los científicos políticos familiarizados con Huntington esta es una tesis conocida.

 

Pablo(88449)25 de febrero de 2024 - 10:20 p. m.
Viejo Rafael el que cambio que usted enuncia es el cambio tecnológico. Es muy diferente al cambio social. Lo que se espera que cambie es esa actitud de los gobiernos especialmente los del granuja, rapaz, canalla, matarife Uribellaco y su títere en empobrecer a como de lugar a la clase media, obrera, campesina y trabajadora.
Flavio(nrv85)25 de febrero de 2024 - 04:36 p. m.
Cuál es el miedo al Cambio?
Victor(ol8vl)25 de febrero de 2024 - 03:20 p. m.
Me parecen muy sensatas sus consideraciones
Atenas(06773)25 de febrero de 2024 - 03:12 p. m.
Este, de los asuntos dignos pa ilustrados, pues supone una capacidad de discernimiento y deglución q’ aclara el panorama, y jamás al alcance de la precariedad mental de la jauría o legos. Atenas.
  • Cordillerano(64187)25 de febrero de 2024 - 08:37 p. m.
    Ahora resulta que las columnas de opinión de la ultraderecha son para "mentes privilegiadas de entendimiento" como el sujeto de las pestilencias en los pañales "aTENAs"
Jaime(21029)25 de febrero de 2024 - 03:02 p. m.
Excelente análisis del afán del cambio, pues no es el hecho de hacer cambios por sí solo sino de que ese cambio realmente sirva para mejorar la equidad y la distribución
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