Uribe hablando de orejas

Santiago Gamboa
01 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

¡Qué semana intensa! Y no es para menos, con esta especie de Intifada tropical de ultraderecha que el Centro Democrático lanzó bajo el engañoso nombre de “marcha anticorrupción”, pero que en realidad no es tal (no puede serlo convocada por ellos), sino otra cosa: una movilización más contra el Gobierno y el proceso de paz, y el lanzamiento de su campaña 2018. La han venido preparando con gran ímpetu, acudiendo a la consabida combinación de todas las formas de lucha: convocar a la gente profiriendo acusaciones sin pruebas, o verdades teñidas de colores falsos o dando por certeras denuncias que apenas están siendo investigadas, y además creyendo que con eso quedan exculpados de su propia corrupción y de sus culpas, en fin, todo un montaje para inducir al engaño, como en el plebiscito, haciéndole otra vez un fraude al elector (en este caso al manifestante) al invitarlo a salir “bien verraco” contra la corrupción, para luego decir, ya me parece verlos, que la mayoría de la gente estaba era pidiendo la destitución de Santos y el fin del proceso de paz.

Es la trampita de mezclar peras con manzanas. El mismo truco de Juan Carlos Vélez por el cual el plebiscito perdió toda legitimidad, y eso que aún se quejan de que esos resultados no se respetaron, ¡como si ellos mismos no hubieran hecho centenares de cambios al acuerdo en virtud de su dolosa victoria! Pero es inútil razonar, pues saben que están engañando, y saben que lo sabemos. Como suele suceder en Colombia, la suerte del Centro Democrático y sus compinches —como Ordóñez, destituido por tramposo y corrupto— depende de ese medidor que hemos llamado el IIB, la Ignorancia Interna Bruta: entre más ignorante y menos educada es la gente, mejor le va al CD, pues pueden tergiversar, disimular y falsear a sus anchas.
Ahora bien, es comprensible que Uribe, verde de envidia con Santos, quiera precipitar las cosas, pues con la entrada en vigor de la JEP, ¿cuánto tardarán en confesar delitos sus apóstoles caídos para que les anulen las penas? El viento gélido de La Modelo o La Picota, y más con estos aguaceros, debe estar ya soplándole ideas a estos mártires, cuyo martirio consiste en haberse inmolado para proteger (encubrir) a su jefe. Ya Diego Palacio, según informes, estaría a punto de hacer el pío pío.

Y qué oportunas fueron, en medio de esta Intifada ultraderechista, las palabras de Juan Manuel Galán, poniendo a Uribe en su sitio. Entre otras cosas porque la respuesta del expresidente, cual jefecillo mafioso de barrio cobrando un puesto diplomático, acabó de hundirlo aún más en el ridículo. Por lo visto él considera que nombrar funcionarios —en este caso competentes y con sobrado curículum— es un favor personal que el titular le queda debiendo de por vida, como si en vez de un presidente fuera Vito Corleone, alias el Padrino. Tal vez, para él, en eso consiste el poder. ¿Fue también un favor personal haber nombrado a Salvador Arana, asesino y aliado de los paramilitares, como su embajador en Chile? ¿Y a Jorge Noguera en el consulado de Milán? En fin. Supongo que la gente de bien y con dos dedos de frente no saldrá hoy a avalar semejante desfachatez, pero todo se ha visto.
A la única que espero ver tronar es a la lluvia.

 

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