La semana pasada, el comandante del Ejército Nacional de Colombia, el general Eduardo Enrique Zapateiro, atacó en Twitter al candidato presidencial de oposición al gobierno, que lidera las encuestas. Esta es una violación pública a la Constitución, a la que ningún militar antes se había atrevido, y que ha sido respaldada por el gobierno y su candidato, que es el segundo en las encuestas.
Esta podría no ser la primera vez que las acciones de Zapateiro influyen en un proceso electoral. En el 2010, una semana antes de que se votara la segunda vuelta entre el entonces candidato del uribismo, Juan Manuel Santos, y Antanas Mockus, se dio la Operación Camaleón, una espectacular liberación de secuestrados que recordaba al logro estrella de Santos: la Operación Jaque. Es posible que este éxito militar le hubiese dado un impulso a Santos entre los votantes.
En el perfil de la Escuela de Ingenieros Militares de Zapateiro dice que él lideró la Operación Camaleón, “que permitió el rescate de 4 militares y policías secuestrados por las FARC”, entre ellos el entonces Brigadier General Luis Mendieta. Al igual que la Operación Jaque, la Operación Camaleón dependió de la colaboración de los guerrilleros de las FARC que tenían a los secuestrados. En el caso de Camaleón fue uno: Jaime Lozada.
Yo hablé con Lozada en el 2012, cuando denunciaba en varios medios de comunicación que nunca le pagaron una recompensa de 2.500 millones que se le había prometido y anunciado. De hecho, su caso fue una de las primeras columnas que escribí para este diario, y la entrevista completa que le hice a Lozada puede encontrarse aquí (Parte 1, Parte 2 y Parte 3).
La posición oficial del Ejército ha sido que Lozada no dio información que fuera relevante para la Operación Camaleón, a pesar de que hay un video en el que Lozada está dando a la Policía del Guaviare la información del campamento.
Quién sabrá dónde habrán terminado esos 2.500 millones de pesos. Eso es información reservada, porque ese tipo de recompensas, al igual que las que se pagaron por los falsos positivos, hacen parte de los gastos reservados del Ejército.
Ningún presidente hasta ahora ha querido indagar en esos temas ni hacerlos públicos. Es entendible que haya oficiales dentro del Ejército preocupados de que llegue alguien a la presidencia que sí podría estar dispuesto a hacerlo.
Twitter: @santiagovillach