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Campanazo desde las aulas para EE. UU. e Israel

Sergio Ocampo Madrid
06 de mayo de 2024 - 09:00 a. m.
"Lo de Columbia es un capítulo aparte pues su emisora, la WKCR-FM, se ha dedicado a transmitir sobre las protestas por la causa palestina, y se ha producido la toma de varios edificios, incluido el emblemático Hamilton Hall, de la calle 116 con Amsterdam" - Sergio Ocampo
"Lo de Columbia es un capítulo aparte pues su emisora, la WKCR-FM, se ha dedicado a transmitir sobre las protestas por la causa palestina, y se ha producido la toma de varios edificios, incluido el emblemático Hamilton Hall, de la calle 116 con Amsterdam" - Sergio Ocampo
Foto: EFE - SHAWN THEW

Sin caer del todo en la trampa de la ilusión, la oleada de protestas en las grandes universidades de Estados Unidos alrededor del genocidio en Gaza representa un campanazo, uno muy sonoro, para los gobiernos de ese país, para su Congreso, e inclusive para el mundo y el extraño statu quo que consiguió construir Israel en los últimos cincuenta años, con el desdén a las resoluciones de la ONU en su contra, las denuncias por sus políticas de asentamientos y fronteras que se mueven a favor, y su opresión y negativa al pueblo palestino de constituirse en estado nación.

Se trata del primer manifiesto de esta magnitud, luego de la guerra de Vietnam, por causas que van mucho más allá de los campus universitarios y se enfilan hacia compromisos y solidaridades no muy usuales en el nervio individualista del alma norteamericana para convertirse en malestar y resistencia ante la barbarie y la brutalidad y, como consecuencia, ante la voluble política exterior estadounidense, con sus dobles y triples raseros. Un clamor humanitario desde la academia.

Y no cualquier academia, porque es en buena medida la que modela al mundo, la que crea escuelas, fórmulas, doctrinas. Así, tomas pacíficas de edificios, plantones frecuentes, instalación de campamentos con carpas se han visto en al menos 60 universidades en un emocionante efecto de contagio que va invadiendo el mapa del país: Columbia, Harvard, Princeton, Brown, Berkeley, MIT, Yale, Georgetown, Cornell, UCLA, Chicago, Johns Hopkins, Pensilvania, Northwestern, el summum del pensamiento, la ciencia, el arte, la cultura. De las diez universidades más importantes, solo Caltech no ha tenido protestas significativas para exigir romper convenios con Israel, inclusive financieros, para que pare la masacre en Gaza y que el gobierno de Joe Biden la condene abiertamente.

Reportaba la Deutsche Welle el jueves pasado que ya iban dos mil personas retenidas por los organismos de seguridad a lo largo de abril, las detenciones masivas más grandes desde los tiempos de Vietnam, cincuenta años atrás. Al principio, los medios intentaron reportarlo como la inconformidad de unos estudiantes de origen palestino y árabe, pero luego ya fue imposible negar que se trata de una oleada juvenil sin distinciones de ancestros o de creencias religiosas o políticas. De modo indirecto, el fenómeno ya cobró dos cabezas muy importantes, la de las rectoras de la universidad de Pensilvania, Liz Magill, y la de Harvard, Claudine Gay, quienes junto a la rectora de MIT, Sally Cornbluth, fueron citadas el pasado 5 de diciembre a responder ante un comité de la Cámara, en Washington, sobre el posible antisemitismo en sus aulas. Simbólico que a la cabeza de esas tres instituciones hubiera tres mujeres, y más aún que las tres hubieran mantenido una postura neutra hacia la causa judía cuando la diputada trumpista Elise Estefanik las puso en la sin salida de responder con un sí o un no a la encrucijada de la libertad de opinión versus el antisemitismo. Las tres intentaron maniobrar en sus respuestas, y a los cuatro días de la encerrona en el Congreso, se vio forzada a dimitir la de Pensilvania; luego fue la de Harvard, el 2 de enero, primera mujer negra en la historia en presidir esa universidad. La única que se sostiene en el cargo es la de MIT, respaldada por su consejo directivo, a pesar de las amenazas de no recibir más donaciones de la comunidad judía americana y mundial.

Lo de Columbia es un capítulo aparte pues su emisora, la WKCR-FM, se ha dedicado a transmitir sobre las protestas por la causa palestina, y se ha producido la toma de varios edificios, incluido el emblemático Hamilton Hall, de la calle 116 con Amsterdam. Difícil no evocar las gestas de 1968 cuando, emulando a estudiantes franceses, los abuelos de los chicos de hoy resistieron adentro a la Policía para clamar contra el racismo y las políticas segregacionistas, o los episodios de 1985 cuando otra generación más reciente también entró a la fuerza al edificio y se atrincheró para pedir acciones contra Suráfrica y su ominoso sistema de apartheid.

El martes pasado, la Policía de Nueva York retomó el edificio y desalojó a cientos de jóvenes, y a algunos maestros. “La Policía llegó y en dos horas todo había acabado. Fue precioso verlos subir escaleras, romper las ventanas y entrar… lo derribaron y estuvieron increíbles… lo mejor de Nueva York”, dijo entusiasta el jueves Donald Trump para aplaudir desde Wisconsin la acción de fuerza y criticar por débil a la rectora, Minouche Shafik, otra mujer. Una de sangre egipcia.

Trump sonríe y se frota las manos ante las arremetidas de la Fuerza Pública y ante todo este fenómeno estudiantil que está perjudicando más a Biden que a él en la campaña electoral, pues aunque su posición es claramente projudía y antipalestina, la absoluta responsabilidad política es del Gobierno. Sin embargo, el estallido universitario augura tal vez un nuevo tiempo, el despuntar de una conciencia ética que desde los campus le puede borrar la sonrisa en la eventualidad de que llegue de nuevo a la Casa Blanca. Por xenófobo, negacionista, machista, racista, supremacista, por endiosar cínicamente el dinero y el mercado, Trump simboliza todo lo opuesto al espíritu que parece encarnar este nuevo movimiento juvenil.

Y como Trump no sabe de historia, ni de geografía, ni de nada, no debe recordar que las dirigencias francesas de hace 56 años, incluido el respetado de Gaulle, tomaron poco en serio a esos jóvenes idealistas apropiados de las calles en la primavera del 68, y que un año después terminaron obligados a irse del poder.

 

Celyceron(11609)07 de mayo de 2024 - 06:59 a. m.
De nuevo los jóvenes uniéndose a la dignidad humana. Sin sesgos, sin pretextos. Justicia y respeto para todos los pueblos
Nydia(33385)07 de mayo de 2024 - 12:28 a. m.
Excelente !!!!
Carlos(92784)06 de mayo de 2024 - 10:18 p. m.
" El summum del pensamiento , la ciencia, el arte , la cultura " coincide con los razonamientos del presidente Petro en el tema de Gaza. Que dice la oposición ?? Que esos estudiantes gringos son Castrochavistas , guerrilleros de civil o terroristas??
Lalo(70277)06 de mayo de 2024 - 07:20 p. m.
Esperaba más. Pero se le abona. Cualquier acción o intento de destruir al cobarde lumpennazisionista genocida vale mucho en estos momentos.
Alberto(3788)06 de mayo de 2024 - 06:35 p. m.
El problema es el sistema electoral de los gringos, donde No gana quien más votos obtenga y el hecho de que porcentualmente, los valientes universitarios son minoría. Lo ideal sería que esa oleada se transmita a toda la sociedad, pero USA es USA...
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