Tola y Maruja preparan la defensa de Uribe

Berrionditas, andamos en El Ubérrimo dándole el pésame al presidente Uribe (sí, nosotras todavía le decimos presidente, duélale a quien le duela… mamertos mantenidos).

Lo topamos montao en Cólera, su caballo ñaña, mientras le rezaba la novena a san Cancino, patrono del vencimiento de términos y milagroso de los estreñidos, y nos recibió con una totumada de leche recién ordeñada.

Cómo les parece pues hijitas la injusticia conmigo: quizque delito uno dale ayuda humanitaria a un pobre preso pa que cogiera alientos de firmar.

Una infamia lo que te están haciendo, Álvaro -le dijo Tola acariciándole las espuelas-. Cómo así que uno no puede comprar testigos ¿ah?, no pues que estamos en una democracia y uno puede hacer con su plata lo que quiera.

Nosotras te traemos una propuesta, Alvaricoque -dije yo sorbiendo la espuma de la leche-: ser tus tinterillas en el juicio que se te viene pierna arriba.

Dentro de las pruebas documentales de la defensa tenemos una caricatura del gran Antonio Caballero (cuánta falta nos hace su vitriolo), donde dibujó a López Michelsen diciendo: “No es que nos vendamos, es que nos compran”.

Hombre por Dios, hijitas -dijo Álvaro mientras le bailaban las canicas celestes de los ojos-, yo jamás de los jamases le ordené que comprara testigos… yo escasamente le dije: Proceda, doctor Cadena, que usté es como Carvajal: hace las cosas bien.

Esa es otra defensa que tenemos: vos nunca dites órdenes. Y vamos a mostrar el caso de cuando invitates a tintiar en tu despacho a la entonces diretora del DAS María del Chuzar Hurtao.

En algún momento de tu raniada con María del Chuzar vos bostezates mirando pa los cerros y dijites: Ah bueno saber qué piensan de mí los magistraos de la Corte Suprema pero sin tener que verles la cara.

Ojo, vos no le dites a ella la orden de meter una señora de los tintos a espiar en la Sala Plena y poner micrófonos debajo de la mesa de los togaos. No señor, vos sencillamente pensates en voz alta.

Otro argumento es cuando invitates a Sabas Pretel a tomar jugo de níspero y suspirates mirando el firmamento y dijites: Ah dicha haceme reelegir pero que no suene a violación de la Constitución sino a seducción.

Nunca le dijites a Sabas: vaye hijito seduzca a Yidis. O cuando salites con el general Mario Montoya a tomar canelazo en la Séptima y como quien no quiere la cosa dijites entre dientes: la berriondera sería acabar con la guerrilla… como sea.

O la vez que llevates al sardino Andrés Felipe Arias a mecatiar tamal con chocolate en Monserrate y mirando el infinito murmurates: Qué pereza ser uno presidente y no poder recibir Agro Ingreso Seguro.

Lo que vamos a demostrar, Alvarín -dijo la jurisconsulta Tola- es que pensar en voz alta no es “coordinó, dirigió y avaló”, y que Dieguito es simplemente un niño recogido.

Y cuando la juez te pregunte por qué no rumbates pa la quinta porra a Cadena al saber que le daba plata a testigos, vas a contestar con tu tonito de San Antoñito: por razones humanitarias.

Me suena, hijitas -dijo Álvaro-, pero cuánto me van a cobrar Virgen Santísima, pues ando más pelao que la nalguita del Niño Jesús.

Tranqui, por eso no te afanés Alvarillo, Tola y yo hablamos con el gobernador Andrés Julián pa montar otra vaca.

Grafitis: Gaitán: ¡A la carga! Petro: ¡A cagarla!

Ñapa: Quizque el modo de reconciliar a Colombia es que Uribe y Nicolás Petro compartan calabozo, y que el expresidente lo termine de criar.

Payola: Mico en La salsa de mi vida, cómo superé el chucuchucu y llegué a la salsa. Café Libro de la 93. www.galeriacafelibro.com.co