Publicidad

‘Comer o no comer’

Doña Gula
07 de marzo de 2015 - 01:56 a. m.

Con la gula sucede hoy lo mismo que con los demás pecados: ha perdido su prestigio espiritual, para bien o para mal, y se ha convertido en un fenómeno exclusivamente material. Antonio Caballero.

Desafortunadamente, Antonio Caballero no escribe sobre cocina con la misma frecuencia que lo hace sobre política. Con el título de esta columna, en noviembre de 2014 salió a librerías un delicioso libro, compendio de sus eventuales reflexiones sobre el arte de quemarse los dedos. Hace exactamente 30 años leí por primera vez un corto y sustancioso texto de Antonio Caballero que como epílogo apareció en un libro (1) titulado De la olla al mole, cuyo autor, Xavier Domingo (1929-1996), fue considerado uno de los más polémicos periodistas culinarios en la España de finales del siglo XX. No hay nada que hacer: Caballero es un crítico mordaz del mundo y las ideas políticas, es un comentarista serio y respetado del mundo de la tauromaquia, es un caricaturista incisivo con los dueños del poder y su vida cotidiana; sin embargo, hasta la aparición de este libro poco, muy poco podíamos inferir sobre su idoneidad como crítico del fogón. Hecha su lectura, debo reconocer que el hijo de Eduardo e Isabel nos ha sorprendido con un auténtico manjar bibliográfico, seguramente resultado de su infancia en Tipacoque, de su primera juventud en el Gimnasio Moderno de Bogotá, de su segunda juventud en Europa y de su adultez (que no tercera edad), de la cual viene disfrutado como invitado consuetudinario a manteles nacionales e internacionales, asunto que se destaca, no sólo por su conspicua manera de pensar... sino ante todo por su dialéctica manera de escribir lo que piensa. Aclaremos: Antonio no escribe sobre restaurantes; se trata más bien de una recopilación (34 columnas) de sus memorias de infancia, sus memorias de viajes y su remilgado sibaritismo. Así las cosas: con el mismo conocimiento de productos y procesos culinarios con el cual se acomoda ante la carta de un refinado bistró parisino, se acomoda ante un atiborrado piqueteadero cundiboyaco, logrando atinados comentarios a los cuales aplica el más fino humor, razón por la cual paradójicamente terminan siendo auténticas reflexiones antropoculinarias. Veamos: “Comer bien, que en las bestias irracionales es el resultado espontáneo del instinto, en el hombre lo es de un esfuerzo de civilización. A comer bien se aprende. Y para conseguirlo hay que vencer incluso el hambre misma. Pues no es lo mismo el hambre que las ganas de comer. Y a comer bien sólo se prende si se tienen ganas, no si se tiene hambre”. Leído lo leído, no es osado pensar que en su segunda juventud, Antonio fue un asiduo lector de aquella cofradía de comentaristas culinarios españoles, tales como: Álvaro Cunqueiro, Néstor Luján, Víctor de la Serna, Josep Pla, Julio Camba, Manuel Vásquez Montalbán, Camilo José Cela y Xavier Domingo, quienes además de glotones, sibaritas y doctos, escribieron sobre cocina, siempre con un gran sentido del humor.

Comer o no comer es un libro ajeno a las leyes y prohibiciones que proliferan entre los gastrónomos y la refinada gastronomía y está escrito —como diría Xavier Domingo— por un auténtico cocinólogo.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar