Cómo desintoxicar esta leonera de país

Arturo Guerrero
09 de junio de 2017 - 02:00 a. m.

La paz con las Farc es hoy un problema cultural. No jurídico ni militar ni siquiera político. Estos tres estadios, de leyes, armas y
fuerzas partidistas no han sido fáciles pero ya están al otro lado.

En cambio la ferocidad callejera aumenta cada hora. Los diálogos de La Habana no se rodearon de esperanza sino de desconfianza. No hubo alegría al conocerse la contabilidad de muertos evitados. El plebiscito destapó y espoleó los odios ciudadanos.

Es cierto que esta tendencia corrosiva no tuvo generación espontánea. La hostilidad fue incrustada a conciencia en las tripas de la gente. Los adalides del No confesaron por error las artimañas empleadas para conseguir su victoria. El gran jefe los recriminó como “compañeros que no cuidan las comunicaciones”. Pero la jauría quedó hambrienta.

Por supuesto que este es un problema político. ¿Qué cosa no es política? Todo el mundo conoce nombres y siglas de partidos y líderes
responsables. Sin embargo el mal cala más hondo. Se estaciona en los surcos donde se define la fraternidad o el ladrido. Esto es, en la cultura de un pueblo.

Hasta allá llega el mal sufrido por Colombia, la peor de todas las plagas. Porque de esta fuente saldrá el fracaso de la paz y la
multiplicación de las guerras. Las guerrillas podrán pasar, igual los paramilitares, los narcos, los neoparas, los soldados atrabiliarios. En cambio el odio permanece y a su lado el vertedero de sangres.

Hombres y mujeres se herirán con uñas, puños, mordiscos. Afilarán palabras para mortificar la cotidianidad. Pasarán sin saludar por el andén para desde la esquina maldecir al mil veces maldito.

Así pues el país está enfermo en su cultura, en su caminado, en sus gestos. ¿Qué hacer? ¿Cómo desintoxicar la atmósfera espiritual?

Andrei Gómez-Suárez es un joven politólogo pastuso doctorado en Inglaterra en guerras contemporáneas, estudios de paz y resolución de conflictos armados. Publicó recientemente con Ícono Editorial el libro El triunfo del No, donde diseccionó el plebiscito a partir de un
riguroso seguimiento de prensa. Respondió a la pregunta mencionada, de la siguiente manera:

“La reconciliación en Colombia está en riesgo si la mayoría de su población considera que la verdadera paz empieza con un abrazo
entre los del No y los del Sí. La reconciliación es producto de una transformación cultural que comienza por la honestidad de reconocer el
uso de dispositivos retóricos instigadores de miedo, rabia, decepción e indignación, y promotores de la violencia como forma de negar la legitimidad del otro”.

Según este experto la solución reposa sobre la tríada ‘no al abrazo’ – ‘sí a la transformación cultural’ - 'sí al reconocimiento de instigación a la violencia’.

El más espinoso de los pilares es el tercero, reconocer que se promueve la violencia. Vale tanto para los extremos —guerrilla, oposición de ultraderecha— como para el Estado. Cada ciudadano considerará a cuál de los actores de la guerra le obliga más este reconocimiento hoy.

Este es el fundamento del genuino cambio cultural. El abrazo vendrá más tarde, como un merecimiento.

arturoguerreror@gmail.com

 

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