Contra el dólar de $1.500

Armando Montenegro
08 de agosto de 2010 - 04:00 a. m.

A DIFERENCIA DE QUIENES PIENSAN que hay que resignarse ante la revaluación y observar cómo se contraen la industria y la agricultura, muchos economistas pensamos que sí hay mucho que hacer.

Un listado mínimo de las cosas que se podrían hacer a partir de hoy, con efectos seguros sobre la competitividad, es el siguiente:

i) La corrección del enorme déficit del Gobierno central haría que la Tesorería no monetizara grandes cantidades de dólares, tal como lo está haciendo en la actualidad.

ii) La eliminación de las gabelas tributarias a la inversión en petróleo y minería y la exigencia de normas ambientales que promuevan la minería seria y responsable, podrían hacer que la bonanza en estos sectores se limite a firmas de primer nivel, a proyectos socialmente rentables para el país (se excluiría a los aventureros, poco responsables con el medio ambiente y la comunidad).

iii) Una fuerte reducción de aranceles, que los coloque en los niveles que tienen en Chile y Perú, elevaría la demanda de dólares y contrarrestaría el impacto de los mayores ingresos de divisas causados por las inversiones mineras y petroleras. No sólo ésta es la medida que aconseja la economía, sino que con ella Colombia modernizaría su estructura tarifaria y lograría varios objetivos sociales importantes (estudios recientes muestran, por ejemplo, que una moderada reducción de los excesivos aranceles agropecuarios podría sacar de la pobreza a cientos de miles de personas en cuestión de meses).

iv) La eliminación de veinte o treinta puntos de cargas parafiscales a las firmas exportadoras y a las que compiten con las importaciones abaratadas con la revaluación tendría exactamente el mismo efecto de una devaluación por ese mismo monto. Esta medida les salvaría la vida a muchas empresas y evitaría la pérdida de miles de empleos (como se ha demostrado ampliamente, también disminuiría la informalidad y el desempleo).

v) Desarrollar un plan de choque para aumentar la competitividad, que adopte, de un golpe, los listados de recomendaciones de entidades como el Consejo de Competitividad y varios consultores especializados. El plan debería incluir, entre tantas cosas, medidas como eliminar impuestos que gravan las transacciones (como el 4 por mil) y reducir masivamente la tramitomanía; eliminar las tablas de fletes; disminuir los pagos de las empresas pequeñas a las cámaras de comercio.

vi) Establecer un plan para agilizar y terminar las obras clave de transporte vial (embolatadas y mal contratadas por el gobierno que termina). Dicho plan debería establecer cronogramas, hitos y compromisos para agilizar los trabajos y poner presión a los principales contratistas. En forma mensual, el propio presidente de la República debería revisar, frente a todos los interesados, el cumplimiento de los compromisos del Gobierno y los contratistas.

Algunos dirán que este paquete es teórico, irreal, que sí podría contrarrestar el impacto de la revaluación, pero que los intereses creados y los lobbies impedirían que éste se lleve a cabo. Estos pesimistas dirán también que lo único que se puede hacer es exigirle controles y medidas cambiarias al Banco de la República. Tengo la esperanza de que un gobierno nuevo, con amplio respaldo, podría moverse, así sea parcialmente, en la dirección de defender a la industria y la agricultura y modernizar la economía del país.

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