Contra la debacle

Juan Felipe Carrillo Gáfaro
18 de marzo de 2019 - 08:21 p. m.

La noticia presentada el día 15 de marzo por El Espectador sobre el ascenso del profesor de la Universidad Nacional denunciado por acoso sexual el año pasado es otro elemento más de la debacle. El video presentado por la estudiante es demasiado evidente para pensar que un profesor que se comporta de esa manera será ascendido, máxime cuando el caso sigue abierto en la Fiscalía. Estamos una vez más, como en el caso de las futbolistas, ante la punta de un iceberg inamovible. El machismo en nuestra sociedad da para que la rectora de la universidad pública más grande del país firme dicho ascenso. La estructura machista es de tal dimensión que buscamos en permanencia minimizar los gestos y las palabras soeces como las del profesor, para así seguir regodeándonos de lo bonitas que son “nuestras” mujeres y de cuán importante es que se queden en la casa, o no se vayan muy lejos, para no andar buscando dizque lo que no se les ha perdido.

No creo ser el único que debe estar hasta la nariz con la inquietante pasividad con la que nuestra sociedad maneja este tipo de denuncias. Para no ir muy lejos, solo basta con leer algunos de los comentarios de los lectores (muchos de ellos agresivos y machistas) en relación con esta noticia para pedir desde este espacio que ojalá se sigan alzando las voces que permitan dejar en evidencia estos comportamientos. Para no ir muy lejos, solo basta con darnos cuenta de cómo nuestro sistema educativo nunca ha pensado realmente en la importancia de defender y promover el respeto por el otro y por su diversidad. Cualquier intento a ese respecto ha sido reemplazado por el alcance de cifras rimbombantes que lo único que pretenden es enaltecer la gestión de los políticos de turno.

En el fondo, la debacle existe cuando la violencia contra las mujeres parece a veces tan imperceptible que no tenemos la capacidad de ser conscientes de ella o cuando por el contrario esa violencia es tan evidente que después de un tiempo, como en el caso de esta denuncia, parece no afectarnos. Por esta razón es importante presionar a las personas encargadas de tomar ciertas decisiones en el ámbito educativo, y en otros contextos, para que se tomen en serio lo que está y sigue pasando. No se puede permitir que en el marco de una institución como la Universidad Nacional haya profesores que estén haciendo lo que les de la gana, sigan sus carreras como si nada y tomen provecho de su posición de autoridad para vapulear y acosar a sus estudiantes. No se puede permitir que todo esto nos parezca normal, que creamos que hace parte de nuestra cultura y que por ese motivo va a ser imposible hacer algo. Es importante creer que tenemos la capacidad de hacer frente a esta debacle desde posturas no violentas y lo suficientemente firmes como para promover un cambio real.

Una vez más, y como es costumbre, se ven venir los comentarios y chistes de lectores machistas cuyo limitado ingenio se va a concentrar en burlarse de lo que muchas personas, mujeres y hombres, estamos criticando e intentando cambiar con nuestros actos. A esos lectores los invito a que lean el trabajo titulado Mujeres y guerra del Centro de Memoria Histórica. Nada más doloroso que conocer de primera mano lo que se vivió en esa época para empezar a entender de qué estamos hablando.

* Consultor e investigador en educación

 

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