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Contrapunto a una columna de Gabriel Silva Luján

Santiago Villa
05 de agosto de 2014 - 03:00 a. m.

En una columna de la semana pasada, publicada en el diario El Tiempo, el ex ministro y ex embajador Gabriel Silva Luján dijo que el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, le genera menos desconfianza que el presidente de China, Xi Jinping. Aquí un contrapunto.

Gabriel Silva Luján, Ministro de Defensa durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2009-2010) y embajador ante Estados Unidos durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2012), publicó la semana pasada una columna en El Tiempo titulada "Ojos rasgados", que considero desacertada en algunos puntos y exagerada en sus conclusiones.

Sin pretender defender al presidente de China, Xi Jinping, con el ahínco con que el ex ministro Silva protege al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, presento un contrapunto a sus argumentos, que no son tontos ni infundados, pero que sí delatan un radicalismo innecesario, en especial viniendo de la pluma de un diplomático. Invito a los lectores a que lean la columna del ex ministro Silva para que sea más interesante este contrapunto. Llegarán luego a sus propias conclusiones.

Antes que nada dejo claro: ni Xi Jinping ni Shinzo Abe suponen una amenaza para América Latina, y no creo que alguno de los dos esté interesado en iniciar un conflicto global. China tiene comprometido demasiado dinero en los cinco continentes para arriesgar a perderlo todo en una guerra, y Japón no tiene la capacidad militar para ello. El presidente de China es un líder pragmático, que obviamente tiene intereses geopolíticos, pero que no está dispuesto a aislar a su país por una lucha nacionalista. China no es Rusia. Xi Jinping no es Vladimir Putin.

El tema central de la columna del ex embajador es una comparación entre China y Japón con respecto a sus políticas de relaciones exteriores. La una guerrerista y agresiva, que el ex embajador Silva identifica con China, y la otra que "ejerce un internacionalismo humanitario basado en la Carta de la ONU".

Es desequilibrada una comparación de la situación de los derechos humanos en China y en Japón, según ideales a los que muchos países occidentales tampoco son fieles. Esto no implica que su política exterior en algún momento suponga una amenaza para América Latina. Si evaluamos el efecto que las relaciones con China han tenido para los países que las han fomentado, en comparación con los que no, el balance es aún más desigual. En Brasil, Xi Jinping anunció ayuda para construir un ferrocarril interoceánico entre este país y Perú. Entretanto, Shinzo Abe donó 100 uniformes de judo y una biblioteca comunitaria en Colombia. Los hechos hablan por sí solos.

Si bien las maniobras marítimas de China son amenazantes para Japón, el nacionalismo de Shinzo Abe también es amenazante para China. Quién ejerce el derecho a la legítima defensa es, como sucede a menudo con las rivalidades entre potencias, una cuestión de meros intereses que elevamos a un plano ético a causa de afinidades políticas y emocionales. Abe, en extremo nacionalista, generó incluso la molestia de Estados Unidos por honrar, en una visita a sus tumbas, a ex militares que no sólo cometieron crímenes de guerra en China, sino que también participaron en el ataque a Pearl Harbor. Si tanto valor le quiere arrogar el ex ministro al valor simbólico de las visitas por parte de jefes de Estado, es bueno que recuerde ésta de quien defiende con tanto entusiasmo. Shinzo Abe, por demás, no reconoce que Japón haya cometido crímenes de guerra en China durante la Segunda Guerra Mundial. Sus antecesores sí y por ello se han disculpado en nombre de su país. Eso es amenazante.

Abe, un político del Partido Liberal Democrático, de derecha, no ha desaprovechado ocasiones para lanzar dardos contra China. En su visita a América Latina lo hizo en CARECOM. Xi se abstuvo de hacer comentarios políticos con respecto a la creciente polarización en Asia durante su gira.

Para el ex ministro de Defensa, el que Xi Jinping haya visitado a Argentina, Venezuela y Cuba, después de Brasil, "tiene el indeleble sello de una advertencia". Como expuse detalladamente en un reportaje titulado "Amigos a pesar de la distancia", que hice desde Beijing y que fue publicado en este mismo diario, los intereses de China en Argentina, Venezuela y Cuba son menos políticos o ideológicos que económicos, pues China tiene comprometidos miles de millones de dólares en estos países, en especial en Venezuela, y teme perderlos por inestabilidades políticas y económicas. En ningún momento de su gira Xi Jinping hizo un respaldo público a las ideologías o a las prácticas condenables de los regímenes que visitó. El ex embajador Silva considera que una posición así es ingenua. Yo considero que una lectura ideológica de estas visitas es paranoica. Nuestras posiciones en este aspecto son irreconciliables.

Sin embargo, quiero llamar la atención sobre el hecho de que en su primera visita a América Latina, el presidente Xi Jinping estuvo en la cumbre de CARECOM de Trinidad y Tobago (como Shinzo Abe en esta ocasión), en México y en Costa Rica. De ser tan intenso su interés por respaldar al Socialismo del Siglo XXI, habría visitado alguno de los países que lo practican en su primera gira, no en su segunda.

Aunque hay mucho más qué decir no me puedo extender por razones de espacio. Por ello cierro con una broma similar a la que hizo el ex ministro al concluir su columna, si bien él dice elegir el sushi sobre el pato lacado, su preferencia es más una cuestión de gustos que de valor nutricional.


Twitter: @santiagovillach

 

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