Corrupción: la calentura y las sábanas

Luis Carvajal Basto
13 de febrero de 2017 - 01:43 a. m.

Encarcelar, episódicamente, a alguien no soluciona el problema. La “metodología” de los chivos expiatorios hace parte de él.

Aunque estemos escandalizados, hace mucho sabíamos de los alcances de un sistema político que se dejó corromper. Como hemos referido  desde esta columna los mismos dirigentes empresariales, y no solo Odebretch, reconocieron, en un estudio realizado por el Externado y Transparencia por Colombia, que el 17.3% de los contratos se va en coimas. El Fiscal hizo lo que la Ley permite, al trasladar parte de la investigación al Consejo Nacional Electoral, pero no podemos seguir remendando: es impostergable una verdadera  reforma política.

En las últimas décadas hemos elegido gobiernos que, de una u otra forma, ofrecieron terminar la guerra, hasta entonces, la mayor preocupación de los colombianos. Sin embargo, las marchas hacia la desmovilización de las FARC, un hecho de enorme magnitud, y la apertura de diálogos con el E.L.N,  han sido sustituidas en los encabezados de  medios y tendencias en redes por los escándalos de corrupción “de moda”. ¿Cambió el eje de la política? ¿Se convertirá en el centro del debate presidencial hacia 2018?

Encuestadoras (1) que utilizan metodologías, parámetros y tamaños de muestra similares a través del tiempo, como Gallup, señalan que mientras el “problema” de la “Guerrilla” empeoraba, en octubre pasado, para el 34% de los ciudadanos, la corrupción lo hacía para el 85%, mostrando una clara tendencia. Sin conocerse estudios esta semana, no es exagerado afirmar que la cifra, después de Odebretch, debe estar por encima del 95%, lo que quiere decir que los colombianos estamos de acuerdo en que, hoy por hoy, la corrupción es nuestro principal problema.

Sobre el tema existe consenso, pero eso, precisamente, lo descarta como referente  en las presidenciales, cosa que muchos han sugerido. La coyuntura política seguirá signada por la división entre quienes están y no están de acuerdo con lo firmado entre el gobierno y las FARC.

Otra cosa es la manera como las instituciones, las autoridades y la gente  reacciona mientras viene una reforma que debe considerar temas como la participación, incluido el control  ciudadano de la contratación y gestión pública, un verdadero dique contra la corrupción; la financiación de la política y el fortalecimiento de los partidos.

En el entretanto las autoridades electorales no cuentan con los recursos  financieros, orgánicos y legales, ni la capacidad de gestión, para afrontar  nuevas modalidades de delitos: de probarse, por ejemplo, aportes no registrados a las campañas estaríamos hablando de violación de topes, un fenómeno  casi rutinario, y no del origen de la más grave disfunción contemporánea del sistema político.

Sin  que las autoridades actúen, no necesariamente prohibiendo o penalizando, siguen apareciendo encuestas encaminadas no a escrutar a la opinión si no a crear una corriente de ella o manipular a favor de una u otra candidatura; siguen apareciendo mentiras virales en las redes etc. A la legislación electoral y a sus instituciones les urge pulsar el botón “actualizar”, como medida de urgencia antes de la reforma y de las elecciones. Ayer era tarde. En el proceso electoral que comenzó elegiremos al próximo gobierno del que dependerá mucho si  hacemos, o no, la reforma política que el país necesita o seguimos  buscando la calentura en las sábanas y encarcelando uno que otro ladrón desafortunado, descuidado o “víctima” de alguna vendetta.

 @herejesyluis

(1)  A propósito de encuestas, insistimos en que, contrariando un rumor extendido, en 2016 acertaron en Estados Unidos y en el Brexit pero fracasaron, rotundamente, en Colombia, como lo explicamos en nuestra columna del 11 de diciembre.

Acerca de su confiabilidad, la revista Science acaba de publicar una síntesis sobre los métodos de predicción, que incluye novedosos modelos de macro datos recabados en las redes desde la perspectiva de la estadística de la física (Hernán Mekse).Citados en el mismo informe los científicos Ryan Kennedy, de la Universidad de Houston, y  David Lazer,  de la Universidad North Eastern,  pudieron concluir, luego de analizar cientos de elecciones en los últimos años ,que los estudios  tuvieron una precisión del 90%, por lo que “los informes sobre la muerte de pronósticos electorales cuantitativos son muy exagerados”. Las encuestas son, todavía, irremplazables, siempre, claro, se encuentren adecuadamente elaboradas.

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