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Corrupción soterrada: pública y privada

Rafael Orduz
05 de diciembre de 2011 - 11:00 p. m.

La corrupción revelada suele ser la descarada, voluminosa, rampante. No obstante, los buscadores de tesoros ilícitos, que incluyen empresas privadas, asesores intermediarios y funcionarios públicos, se las ingenian para pasar limpios. He aquí algunos ejemplos:

Colombia no produce cobre y, sin embargo, lo exporta. Habitantes de la calle saquean, oportunamente, cables de cobre de empresas de telecomunicaciones y de energía, dejando sin servicio de internet a empresas y hogares de los vecindarios. Los protagonistas indigentes no han leído las cotizaciones de los precios internacionales, pero quienes enganchan a los que los movilizan sí: el precio internacional del cobre anda subiendo. El cobre se vende a chatarrerías que lo funden y, luego, lo venden a muy decentes exportadoras de chatarra.

Cuando cesa el robo, no es por eficiencia policial o pertinencia en la aplicación del Código Penal sino, sencillamente, porque el precio internacional ha bajado. El atraco no sólo da réditos a la cadena que culmina en la exportación; genera costos mayores a las compañías afectadas y a sus clientes. Sobra decir que no todo el cobre que se exporta procede de maniobras ilícitas sino de la recolección legal de chatarra que lo contiene.

Otra práctica que linda en la corrupción se refiere al hábito de escupir la sopa. Es claro que no siempre los procesos licitatorios públicos son transparentes; es decir, que hay procesos limpios. En cualquier caso, es frecuente que alguno o algunos de los perdedores en franca lid procuren, por todos los medios, el sabotaje del resultado. Aquí suelen jugar algunas multinacionales del otro lado del charco y también de por estos lares.

Todas las formas de lucha son válidas: desde el envío de correos anónimos que relatan las supuestas maniobras del ganador en contubernio con los funcionarios del caso; algún sobrecito para obtener una manita en materia de publicidad; hasta la contratación de prestigiosos profesionales que, ojalá, hayan hecho el trayecto de la puerta giratoria del sector público al privado y viceversa, conocedores del circuito. Este es un acto que raya en corrupción por carambola: tirarse a quien legítimamente haya ganado. Aplazamiento de procesos vitales de inversión, sobrecostos asociados a nuevas convocatorias, son algunos de los efectos.

Aunque el papel de los narcos colombianos en el comercio internacional de cocaína anda un poco de capa caída de cara a los carteles mexicanos, el país sigue siendo el primer productor mundial de cocaína. Sí, claro, a alguna gente la agarran con el billete en Eldorado y alguna operación de seguimiento de activos resulta exitosa. El grueso del billete, sin embargo, ingresa al país de la manera más elegante, colado en diversos rubros de la balanza de pagos: exportaciones ficticias, transferencias, giro de utilidades, inversiones. Allí, desde luego, se necesita cooperación activa de los funcionarios del caso.

Prácticas cotidianas, a la orden del día.

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