Coyuntura recesiva

Salomón Kalmanovitz
09 de abril de 2017 - 09:00 p. m.

Todavía no estamos en recesión. Su definición técnica es que exista contracción de la actividad económica en dos trimestres seguidos. Pero los llamados indicadores líderes o anticipados que son verdaderos semáforos están en alerta máxima. De 26 indicadores, 13 estuvieron en rojo, siete en amarillo y sólo seis en verde.

Se destacan, entre otros, un deterioro del mercado laboral (aumento del desempleo urbano), la producción industrial se contrajo al igual que la de petróleo, las licencias de construcción cayeron 12 %, se deterioró la confianza industrial y la del consumidor y se contrajeron las ventas al por menor (-1,4 %). En amarillo, reflejando menor crecimiento que en el pasado, estuvieron la cartera de crédito y los datos del Producto Interno Bruto, de los que solo se conocen los del cuarto trimestre de 2016.

En verde estuvieron los resultados de la inflación (4,7 % anual) y las exportaciones. El Índice de Precios al Consumidor de marzo sorprendió al mercado, que esperaba que el aumento del impuesto al valor agregado impactara el resultado; por el contrario, la inflación descendió 0,8 % comparada con el mes anterior, acercándola al rango meta del Banco de la República (entre 2 y 4 %) hacia final del año. Las exportaciones repuntaron 16 % gracias a la recuperación del precio del petróleo, pero las manufactureras y agropecuarias permanecieron en territorio negativo.

En la última junta directiva del Banco de la República se redujo la tasa de interés de referencia 0,25 %. Según las minutas hechas públicas de la reunión, la decisión mayoritaria se tomó con cautela, pues “algunos destacaron el mal comportamiento de varios componentes del IPC que están fuertemente relacionados con fenómenos de indexación y persistencia. En su opinión, se han elevado simultáneamente los riesgos de desaceleración excesiva y de persistencia en la inflación, aumentando la incertidumbre sobre el paso al que se deben realizar reducciones adicionales de las tasas de interés”. La tasa de referencia actual es de 7 %, lo que en términos reales (2,3 %) la coloca en terreno contractivo.

El peso se ha revaluado considerablemente en los dos últimos meses, lo que alivia la inflación de bienes importados y transables en general, mientras que los precios de alimentos son los que más han bajado, gracias a la gran cantidad de agua que ha caído. Los precios de los bienes no transables siguen perturbando el panorama, reflejando el ajuste del salario mínimo sobre todos los costos de la economía. El efecto de la revaluación en la actividad económica es, sin embargo, negativo porque induce a que aumenten las importaciones y se frenen las exportaciones.

El clima internacional está enrarecido por las políticas erráticas y falta de liderazgo del presidente Trump. La Reserva Federal restringirá la liquidez en Estados Unidos y la represión contra los inmigrantes hará que los salarios aumenten, afectando la inflación y haciendo endurecer más la política monetaria. Para el resto de países puede significar un debilitamiento de sus monedas y más inflación.

En Colombia, el balance de riesgos entre inflación y crecimiento se inclina con fuerza hacia la recesión. Las expectativas de inflación se han corregido sustancialmente, como lo muestran las encuestas y los mercados de bonos hacia futuro, al tiempo que la mayor parte de los semáforos que reflejan el comportamiento de la economía están en rojo. La autoridad monetaria tiene mucho espacio para relajar su política.

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