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Crisis por precariedad

Gustavo Duncan
05 de agosto de 2009 - 02:17 a. m.

LO MÁS LAMENTABLE DE LA REciente crisis diplomática entre Colombia y sus vecinos es que ambas partes tienen razón en sus denuncias.

Tanto los gobiernos de Venezuela y Ecuador como el de Colombia tienen mucho que explicar acerca de relaciones con actores armados irregulares y con delincuentes. Por eso la crisis reciente más que avisar sobre los choques inevitables entre dos concepciones ideológicas del Estado y la sociedad, lo que señala es la precariedad de quienes gobiernan nuestras naciones.

Por el lado de Chávez y Correa se suceden cuestionamientos recurrentes sobre sus relaciones con las Farc: un video incautado a la guerrilla en que aparecen declaraciones de apoyo económico a un presidente, fotos de líderes de una guerrilla refugiándose en ese país o cohetes vendidos a la guerrilla que no merecen la atención de las autoridades. Puede ser que exista mucho de exageración en el tipo de vínculos de Chávez y Correa con las Farc pero la persistencia de sucesos cuestionables muestra por decir lo menos que el proyecto político bolivariano, socialista del siglo XXI o como se le quiera llamar, coquetea con grupos extremistas en armas.

Lo más paradójico es que nuestro gobierno no se queda atrás. Existen pruebas equivalentes que cuestionan a Uribe. Así como hay un video en que Jojoy anuncia su respaldo a la candidatura de Correa, existen declaraciones de Don Berna, de Tasmania y Villalba acusando a Uribe de vínculos con los paramilitares. Así como existen cohetes suecos vendidos en los ochenta que fueron a parar a las Farc, existen fotografías de aeronaves que vinculan a Uribe con episodios delincuenciales como Tranquilandia y el rescate de su padre ante un infortunado atentado por la guerrilla. Y, lo más irónico, mientras los presidentes de nuestros países vecinos hacen todo lo posible por permanecer indefinidamente en el poder nuestro presidente hace lo mismo.

No hay razón para sentirse orgulloso indistintamente de cuál sea la postura ideológica con quien uno simpatice. Lo que tenemos en realidad son presidentes que se pasan por la faja cualquier intento de construcción de institucionalidad y no vacilan en apelar a métodos que rayan en lo ilegal para expandir y perpetuar su poder. El socialismo del siglo XXI no es más que el intento de construcción de una sociedad sin propiedad privada gobernada por un solo partido. Pero en vez de apuntar todos sus esfuerzos en construir la burocracia estatal que provea las demandas de la población, aun bajo los pobres estándares de las naciones comunistas, Chávez distrae la atención inventándose conspiraciones continentales, o más bien jugando a estadista internacional. Quizá gracias a ese mediocre desempeño es que no ha podido nacionalizar todo lo que quisiera el aparato productivo de Venezuela.

La última perla de nuestro lado es el invento del ‘Estado de Opinión’, fase superior del ‘Estado de Derecho’. Con todo respeto, a mí Uribe no me parece que tenga una ideología de derecha. Me parece en cambio que lo que tiene es una ambición de poder como cualquier dictador pasado de moda. Y es que de fondo esa es la raíz de la precariedad de nuestros gobiernos: su nostalgia por regímenes que hace ya más de medio siglo dejaron de ser vigentes.

 

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