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Croniquilla de una Hora 20

Nicolás Rodríguez
25 de noviembre de 2011 - 11:00 p. m.

"Yo fui el ponente que prohibió dentro de la constitución colombiana la dosis mínima", afirma campante el ex congresista Nicolás Uribe, invitado al programa radial Hora 20. Lo acompañan Néstor Morales, conductor de la mesa, Alejandro Gaviria, Alfredo Rangel, y Antonio Caballero. Discuten sobre legalización de las drogas, el tema de moda, y Uribe, con el mismo desparpajo de siempre, ofrece argumentos que supone verdades.

Que es que la legalización de la dosis mínima (en 1994) llevó a un incremento sustancial del consumo. Este, que fue el caballito de batalla de los uribistas pura sangre (el argumento, digo, no Nicolás, aunque también), recibe como respuesta de parte de Gaviria el siguiente trabalenguas: “está haciendo una inferencia causal que no es del todo cierta” (léase, más allá de tecnicismos: su aseveración es falsa, mentirosa, amañada). “Ningún estudio, agrega, lo ha demostrado”.

Entonces Uribe contesta: usted puede ver el estudio del Ministerio del Interior de 2009 (es decir las cifras del propulsor del proyecto de penalización), y Gaviria se explaya (en lo que es un momento contundente, de amor para el oyente): acabo de hacer un estudio, afirma, que demuestra que el aumento venía de atrás, que fue similar al de otros países de América Latina, y que tiene que ver con otros factores, como el aumento en el ingreso.

Pero Uribe reacciona (el totazo tuvo que ser tremendo) con un “le acepto la acotación” (que no fue acotación sino corrección en público de un argumento tramposo), y el debate sigue. El ex congresista lo lleva ahora al plano de la salud pública, acaso buscando mejor suerte, pero ahí le va peor. Se encuentra nada más y nada menos que al Rangel bueno (no le tocó el malo, de malas), decidido a darse la pela por la libertad individual y la no injerencia del Estado. Uribe vuelve con lo de que los consumidores son enfermos y todos los panelistas, ya en gavilla, le caen encima.

¿Que qué es un enfermo? “No pues… es una enfermedad crónica recurrente”, sostiene Uribe. Y entonces Gaviria le sale al paso: “No, la mayoría de los consumidores de drogas no son enfermos”, y Rangel, ya casi gritando, entra en la pregunta retórica: “¿Todo consumidor de cigarrillo es un enfermo? ¿Todo consumidor de aguardiente es un enfermo?”, tras lo cual Uribe balbucea “No pues… los adictos son enfermos” y Rangel, que está iluminado, vuelve a la carga con un “¿Qué es adicto? ¿Cuántos cachos?”, a lo que Uribe contesta, con voz resignada, “dependiendo de la droga”. “Pero, ¿quién dijo que todo el que consume es un enfermo?” se pregunta Morales, como lanzando el salvavidas del mediador, y Caballero, también agudo pero menos presente en el momento de algarabía, se lanza un sequísimo, categórico y por supuesto muy divertido “Nicolás Uribe”.

E igual, el hombre insiste. “Usted a la cocaína no puede atribuirle los mismos efectos del alcohol”, como dirigiéndose a Caballero, quien le responde que (por supuesto) que no, que son más grave los del alcohol. Llegado a este punto en que uno casi que saltó de la dicha unas 6 veces, el buen rato sigue. Sobre intervención estatal en la vida de las personas, sobre fisgoneo puro y duro, pues, el también columnista Uribe bota esta perla: “Tiene que ver con comportamientos deseables de la población”. No define “deseables”, claro, pero sí desata la ironía de Caballero, quien nos hace la fiesta preguntando si es que ahora toca prohibir la obesidad, el chorizo, o el chicharrón.

En fin, que de verdad vale la pena esa histórica Hora 20 en que “el ponente que prohibió dentro de la constitución colombiana la dosis mínima” superó con creces los momentos de alegría que produce La Luciérnaga. No solo no han ganado los prohibicionistas la infame guerra contras las drogas sino que hay batallas, como esta, que dan aliento.

nicolasidarraga@gmail.com
 

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