El mundo es un pañuelo. Siempre lo he escuchado. Y no precisamente por su tristeza y melancolía. Mucho más por su tamaño, porque vivimos en un pequeño planeta donde las paredes hablan, todos se conocen y las coincidencias sí existen.
Tanto así, que hace un tiempo tenía que viajar a Chicago, pues allá se encuentra la base de uno de nuestros clientes más importantes, más específicamente una cadena de comidas rápidas. La razón era reunirnos y trabajar una estrategia de mercadeo, pues nos habíamos enterado que nuestro principal competidor lanzaría próximamente un replanteamiento absoluto y agresivo de su posicionamiento, su comunicación y su negocio.
Pues subí al avión que me llevaría a la ciudad del viento. Me senté en mi silla y como hábito conocido me disponía a leer o a platicar con mi vecino.
Esta vez mi vecino resulto ser de pocas palabras, más bien de cero palabras. Muy concentrado él, tomó su computador personal y lo abrió. Con tan extraña fortuna que empezó a revisar su presentación, la cual hizo palpitar mi ojo derecho al darme cuenta de que se trataba nada más y nada menos que del planteamiento de nuestra competencia. Él la pasaba y la revisaba y yo la observaba con un ejercicio óptico de ojos tratando de hacerse los locos.
Él, sin saberlo voló todo el tiempo al lado de su competidor.
Él, sin saberlo revisó su presentación confidencial de arriba a abajo al lado de su competidor.
Y yo simplemente iba en un avión que me llevaría a una junta para trabajar hipotéticamente en las posibles ideas que nuestra competencia desarrollaría. ¿Existen las coincidencias?
Finalmente llegamos. Yo continué hacia el lugar de la reunión. Allá me estaban esperando mis compañeros de proyecto.
Comenzamos a trabajar.
De repente el director mundial preguntó, ¿qué camino creen ustedes que nuestro competidor va a tomar?
Yo sólo escuche, y como en las mejores películas de suspenso dije.....
No se imaginan lo que me acaba de pasar.......
Todas las cabezas giraron hacia mí... El mundo es un pañuelo.