De amantes, esposas y meretrices

Felipe Zuleta Lleras
10 de noviembre de 2012 - 06:00 p. m.

Desde la semana pasada hemos presenciado entre el Partido Liberal y el de la U una puja para saber cuáles de los dos se queda con los afectos del presidente Juan Manuel Santos. Los liberales quieren entrar en ese lecho, cueste lo que cueste, aun a costa de que los llamen las amantes del presidente. Y los de la U se consideran la legítima esposa.

Santos asistió en días pasados a una cena con los liberales, a quienes les declaró su amor. Esa noche hablaron de todo, como lo hacen los amantes, sólo que él se cuidó de no hablar mal de su esposa, el Partido de la U.

En respuesta a ese desliz amoroso, el jueves en la noche el senador Roy Barreras organizó una reunión en su casa, en la que Santos dijo que la cena con el Partido Liberal había sido tan sólo “una canita al aire”. Sí, como las que se echan los maridos infieles cuando deciden escaparse de sus esposas para entregarse a los brazos amorosos de sus queridas. Y es precisamente la amante la que nunca espera nada, la que lo da todo por amor, porque a los amantes sólo los unen dos cosas: la complicidad del engaño y el amor. Los amantes se revuelcan, se ríen, se miman y dan regalos, olvidando por instantes que tienen un compromiso de fidelidad con sus cónyuges. Y eso precisamente es lo que Santos hace con los liberales, los mima, los consiente, les da puestos, les toca las piernas con contraticos, les declara amor eterno burocrático.

Por su parte, la esposa (la U), espera ansiosa en la casa, sabiendo que su marido le pone los cuernos, pero con la certeza de que ese infiel casado le seguirá pagando los gastos de la casa, comprándole carteras de marca, regalándole el carro de moda, pues es claro que Santos no podría ser nada distinto que un clásico amante del estrato seis. Con la diferencia de que para ello cuenta con el multimillonario presupuesto de la Nación, que le permite ser generoso, amplio, querendón.

Pero como no hay almuerzo gratis, esa esposa a su vez le ha sido infiel a su presidente esposo, ya que durante años tuvo relaciones con el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Éste, en varios ataques de celos, les cuenta a sus amigos a través de las redes sociales que su amada esposa le está poniendo los cachos con el habitante de la casa presidencial, pero siempre negando que entre él y su rival amoroso haya desavenencias.

Santos, como los jeques árabes, se mueve entre su esposa y su amante, congraciándose con las dos porque las necesita para hacerse reelegir en un par de años.

Así, la política nacional, se mueve entre amantes, esposas y las concubinas, que para los efectos prácticos son los miembros del Partido Conservador. El Jeque de Anapoima, como le dice el senador Jorge Robledo, se agita de cama en cama, bajo la complicidad de sus meretrices.

Notícula

El alcalde toma decisiones como loco al más repugnante estilo chavista, tratando de estatizar todo sin que haya siquiera estudios que lo apoyen. Duro el golpe contra la mesita de noche.

 

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