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De héroes y farsas

Columna del lector
01 de diciembre de 2014 - 03:00 a. m.

El bicentenario de la formación de la junta de gobierno en Santafé coincidió con el final del segundo mandato Uribe y su conmemoración dio a su principal preocupación de gobierno, la lucha contra el terrorismo, una —en apariencia— excelente sinonimia histórica que por asociación lo llevaba al panteón de los próceres colombianos.

Sin mesura y en absoluto conocimiento de sus consecuencias, el presidente y buena parte de sus seguidores creyeron ser los segundos libertadores de la patria, esta vez no de la metrópoli hispánica, sino de la principal carga que ha impedido el desarrollo del país desde los últimos 60 años, sin importar que tenga 150 más, y de la cual la guerrilla de las Farc es su ilustre representante: el terrorismo.

Naturalmente, no fue una casualidad que la celebración del 20 de julio un año antes hubiera tenido por sede a Tame, Arauca, “cuna de la libertad”, lugar donde nació el Ejército que triunfaría en Boyacá hace dos siglos y donde la seguridad democrática estaba triunfando, según el Gobierno, contra el terrorismo.

Empero, las casualidades causales revelan un problema de mayor importancia que no es otro que el de la apropiación de las fechas célebres de la nación, durante las cuales es dado recrear deliberadamente una forma determinada de la fundación social de los colombianos, incluyéndose y excluyéndose razonadamente aspectos que deben ser distintivos de la nacionalidad. Y en este caso la segunda liberación implica una historia sin terrorismo; en otras palabras, como pasó con el mundo colonial durante el temprano republicanismo, el conflicto de las guerrillas contra el Estado no merece ser recordado más que como un paréntesis oscuro entre un idealizado período prerrevolucionario y la inmaculada libertad otorgada por la seguridad democrática, gracias a la cual nació la patria colombiana.

En el panteón uribista de la independencia, José Miguel Pey, José Acevedo y Gómez, Joaquín Camacho, Antonio Baraya, Camilo Torres y otros son reemplazados por Álvaro Uribe, Fabio Valencia Cossio, Óscar Iván Zuluaga, Andrés Felipe Arias y Francisco Santos, quienes “confiando en su ilustración y patriotismo, lo hiciesen del modo más conforme a la tranquilidad y felicidad pública”.

Así la mimesis está completa y ya veremos qué nos depara la evocación del Congreso de Angostura por el distinguido senador Uribe. Allá se decretó la abolición de la esclavitud… del terrorismo.

 

* Francisco Montalvo y Ambulodí

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