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De Julio Londoño sobre una columna

Cartas de los lectores
14 de abril de 2013 - 01:00 a. m.

Nunca a lo largo de mi vida he enviado una carta de rectificación a un órgano de difusión.

Menos aún pensaba hacerlo a El Espectador, con el que tengo sentimientos de afecto desde hace muchos años y que ha sido siempre la tribuna de las verdaderas ideas liberales, de la transparencia y de la honradez. Todo el país sabe que don Guillermo Cano fue el héroe de la lucha contra el narcotráfico, así como contra todas las formas de corrupción y deshonestidad.

Sin embargo, debo referirme al artículo del doctor Ramiro Bejarano, denominado “Efecto medio”, aparecido en la edición del 7 de abril de ese diario, en la que el autor señala que personas cercanas a la Corte Internacional de Justicia habrían pedido a los asesores del Gobierno “que identificaran una posibilidad de cómo podría ser la sentencia” y que “sus fuentes le aseguran” que tal consulta la habría atendido yo, y que “les habría propuesto una especie de borrador de fallo” que terminó siendo muy parecido a la sentencia.

Esas afirmaciones son falsas. Sostener que la Corte Internacional de Justicia se aproxima a una de las partes para pedirle que diga cómo podría ser el fallo que va a emitir y que esa parte le proponga el borrador de su sentencia es absurdo y descalifica al más alto tribunal mundial y naturalmente al agente y al equipo colombiano.

Las audiencias, de conformidad con el reglamento de la Corte, deben estar orientadas principalmente a refutar las tesis y afirmaciones hechas por la otra parte durante las mismas. Eso fue lo que hizo el equipo de Colombia sobre todos y cada uno de los argumentos de Nicaragua, incluyendo sus supuestos derechos sobre los cayos y a una línea de delimitación enclavando al archipiélago.

Respecto al “medio efecto”, que dudo que las fuentes del autor conozcan bien, es un procedimiento matemático que se utiliza ocasionalmente en las delimitaciones marítimas, especialmente en el caso de la presencia de islas y de ciertos accidentes de la costa. En uno de los apartes de la última intervención pública de Nicaragua en las audiencias, alguno de sus asesores hizo una breve y falseada explicación sobre lo que sería el “medio efecto” del archipiélago en la delimitación, para reforzar su posición del trazado de una línea cerca de 100 millas de Cartagena y dejando enclavadas dentro de la jurisdicción nicaragüense a las islas de San Andrés y Providencia.

Al hacer, como era usual, una evaluación por parte del equipo colombiano de las intervenciones nicaragüenses al final de la sesión, nuestro principal asesor, James Crawford, y los demás asesores internacionales consideraron que en la siguiente sesión debía hacerse una breve rectificación a la falseada explicación de Nicaragua. De otra manera, la Corte podría quedar con la impresión de que Colombia tácitamente aceptaba lo señalado por Nicaragua, que había alegado extensamente a su favor el reciente fallo del Tribunal del Mar en el caso de la delimitación en el Golfo de Bengala.

Luego de escuchar los argumentos de todos y cada uno de los miembros del equipo, que por unanimidad coincidieron con los asesores en la conveniencia de hacer la rectificación, finalmente se decidió que Crawford, dentro de su intervención del día 4 de mayo, hiciera la refutación, advirtiendo, eso sí, que el propósito de ella era el de corregir la falseada explicación nicaragüense y de manera alguna hacer un cambio de la posición de Colombia ni sugerir una línea de delimitación. Así lo hizo Crawford.

En la misma sesión, al cierre de las 13 horas de nuestras intervenciones, en mi condición de agente reiteré una vez más la posición de Colombia sobre la delimitación por línea media que se había venido manteniendo desde la Contra Memoria, que era más cercana aún a la costa de Nicaragua que el meridiano 82°, proyectando un gráfico sobre el particular. Todo el proceso con el citado gráfico es público y se puede consultar en las páginas web de la Corte Internacional de Justicia y de la Cancillería.

Lamento que se acuda en estos momentos a procedimientos de esta clase frente al fallo, especialmente cuando el caso se ha manejado durante casi 40 años como una política de Estado sin precedentes y en los últimos años por un equipo de la mayor competencia, que con la ayuda de diversas entidades nacionales e ilustres colombianos trabajó denodadamente y que honra a la Cancillería y al país.

Ofrecemos disculpas por un 'empastelamiento' de textos que se presentó con una carta de otro lector que no tiene nada que ver con lo escrito por Londoño Paredes.

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