De lo fétido y lo poético

Mauricio Navas Talero
16 de mayo de 2017 - 02:09 a. m.

“Un poema que tenga la palabra mierda no es poesía”, me lo dijo la poetisa Dora Castellanos cuando, por allá en los años setenta, supo que yo tenía inclinación por las letras.

Por supuesto, no espero que en el momento el nombre de Dora Castellanos supere en popularidad al de Maluma y por eso es indispensable anotar que Dora es una de las poetisas más significativas de este país en el siglo XX y que entre muchos galardones tiene el de haber sido la primera mujer en pertenecer a la Academia Colombiana de la Lengua.

Dice el gobernador de Antioquia de estas fechas que lo de Maluma es poesía urbana contemporánea, y bien es cierto que el señor gobernador del departamento, que ahora está en temporada de adopciones, tiene infinito derecho a adoptar lo que él quiera, desde hijos putativos hasta conceptos literarios y estéticos. Seguramente ese gobernador no tiene ni idea de quién es Dora Castellanos, y mucho menos habrá tenido frente a sus ojos un texto más complejo que el himno nacional y, digámoslo también, tiene pleno derecho a su ignorancia. Ella es uno de los privilegios de las democracias.

La palabra “mierda” en un poema o la celebración de una faena sexual en una canción son una posibilidad indiscutible de la democracia y de la libertad inherente e inalienable a la expresión humana; no voy a usar una línea de tinta poniendo en la más mínima duda el derecho a la expresión. Es todo, en conclusión, un asunto del nombre de las cosas. El arte en su esencia es constructivo y edificante, ese, el que permanece por años en el pensamiento de los que lo han presenciado: una canción de Aznavour o de Edith Piaf; el David, de Miguel Ángel; Eleanor Rigby, de Lennon y McCartney; El olvido que seremos, de Héctor Abad; Pies descalzos, de Shakira; La violencia, de Obregón; el Guernica, de Picasso; Rin Rin Renacuajo, de Pombo, se quedaron en la memoria porque edifican. Las heces, el sudor y los gemidos bien pueden ser elementos de momentos, de alguna manera significativos, pero ¡arte!

Peligrosa distorsión, porque si esperamos el mismo desfase en términos como “democracia”, “libertad” y “justicia”, podemos estar tan tranquilos como si nos enteráramos de que en la cabina del avión el piloto está encontrando el norte donde realmente es el occidente.

 

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