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Declaraciones desafortunadas

Felipe Zuleta Lleras
03 de noviembre de 2012 - 11:00 p. m.

Arropado bajo sus creencias religiosas, el concejal Marco Fidel Ramírez arremetió en contra de la comunidad LGBTI, haciendo aprobar por el Concejo una proposición de 52 preguntas destinadas a saber todo, absolutamente todo, sobre un programa de televisión que presenta Canal Capital, llamado El Sofá y dirigido a esa comunidad.

Con un nivel de detalle, que va desde los costos hasta los contenidos, el concejal prentendió intimidar al gerente del canal, Hollman Morris, para que saque del aire ese programa. Cuando leí el cuestionario pensé que estaba frente a un loco o a un fanático religioso, y al final creo que Ramírez tiene un poco de los dos, sin que esto sea excusa para no criticarlo respetuosamente, pero con la firmeza que debemos asumir con las personas que se envalentonan frente a los gays y se intimidan frente a los medios cuando los periodistas preguntamos.

Debemos reconocer que el concejal tuvo el valor de salir a los medios, espacios que utilizó hábilmente, para rasgarse las vestiduras y sentirse un perseguido político. Adujo por ejemplo que él sólo pretende defender la institución de la familia, olvidando que ya la Corte Constitucional ha sostenido que las parejas conformadas por personas del mismo sexo son familia. Peor aun cuando sostiene que debe salvar a siete millones ochocientos mil bogotanos de esa minoría de doscientos mil homosexuales y lesbianas que pretenden, de manera abusiva, utilizar los recursos de la ciudad para promocionar sus inclinaciones sexuales inmorales.

Lo sorprendente es que también adujo que él sólo trataba de cuidar los recursos del canal, pero en su flamante cuestionario no habla de ningún otro programa diferente al ya mencionado. Al final, Ramírez, en Blu Radio, ofreció excusas a la comunidad gay, gesto que lo enaltece así no estemos de acuerdo con sus posturas que, si bien son sus propias creencias, olvidan que todos absolutamente todos somos hijos de Dios.

El que más bien no ha hecho lo propio es monseñor José Vicente Córdoba, quien frente a una denuncia presentada por mi abogado, Abelardo de la Espriella, fue vinculado al proceso mediante llamado a interrogatorio. A pesar de que el padre Mercado me llamó a manifestarme su preocupación y la de su eminencia, no ha respondido un escrito que le enviamos en donde se le propone que haga un acto de justicia reparativo disculpándose con la comunidad LGBTI, para evitar que lo metan a la cárcel por sus impertinentes declaraciones según las cuales los gays son como “meter a un diabético en una dulcería”.

Ante esta actitud arrogante esta semana le he pedido a mi abogado que prosiga hasta las últimas consecuencias, pues por más que monseñor crea que está por encima de la ley, debe saber que cometió un delito grave y que debe pagar por eso. De su arrogancia no quedará ningún vestigio una vez se vea tras las rejas, como les corresponde a todos aquellos que violan los estatutos criminales. Amén.

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