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Democracia dúplex

Luis I. Sandoval M.
30 de abril de 2013 - 02:05 p. m.

La democracia es un bien perfectible, quiere decir que en cualquier nivel de desarrollo que se encuentre se puede mejorar.

Entre nosotros no debería ser tan difícil establecer lo que debe cambiar porque son protuberantes las deficiencias. Según Francisco Leal el Estado es un factor más de conflicto que de mediación en los conflictos, según Olin Wrigth y Archon Fun la democracia que practicamos es apenas superficial y según Boaventura de Sousa Santos es de baja intensidad. Democracia de minorías con ciudadanía que vota pero no incide en las definiciones sustantivas de lo público.

En algunos aspectos compartimos diagnóstico con el continente y el mundo, pero aquí sobresalen como elementos deformantes la violencia y el clientelismo en conjunción con la ineficiencia y la incultura política. Lo más grave es que los llamados a ser agentes del cambio son los agentes de la debacle: los partidos políticos. En la crisis actual del capitalismo, que es planetaria, ellos son además – desde la administración de los Estados que ganan en “elecciones libres” - los encargados de descargar sobre los ciudadanos del común los costos de una quiebra que no han causado. Por eso la crisis de la política y de la representación, por eso las oleadas recurrentes de indignados en todo el mundo, también entre nosotros como acaba de verse en el Departamento del Huila (abstención y voto en blanco crecientes).

Estamos haciendo la paz cuando está en crisis la política, entonces no se trata solo de que los armados vengan a la vida civil sino de que nos decidamos a recrear la política, a cambiar las prácticas políticas, a cambiar sobre todo los partidos políticos. En esta columna he señalado los déficits de la política y he planteado algunas ocurrencias para superarlos. Hoy llamo la atención sobre la democracia dúplex acogiendo la idea de que la democracia, como los apartamentos que toman dos pisos en un edificio, tiene dos niveles: el de los partidos y el de las organizaciones de sociedad civil.

La política se extiende al amplio ámbito de lo público, los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil constituyen un segundo registro, nivel o circuito de la política, no sustitutivo ni contrapuesto sino complementario del formal partidario. Los dos niveles o circuitos de la política están estrechamente relacionados y ambos necesitan facilidades y garantías.

Entre las más necesarias para movimientos y sociedad civil están las siguientes: 1. Ejercicio eficaz de la libertad de asociación, sin riesgo de agresión y muerte, para ciudadanos y ciudadanas, trabajadores formales e informales, usuarios de servicios, víctimas del conflicto, campesinos desplazados… 2. Capacidad vinculante de las formas de participación que crea la propia ciudadanía: constituyentes municipales, acuerdos fruto de la protesta social legítima… 3. Pasar de la participación ornamental a la participación incidente en los múltiples mecanismos y escenarios existentes, particularmente los atinentes al cumplimiento de los fines sociales del Estado (planeación, control social, concertación laboral).

Debe entenderse que el conflicto armado se sustituye por la política, por más y mejor política, que se da un reordenamiento y expansión del sistema político, que ingresan nuevos actores al juego político y que los viejos actores también se renuevan, que todos actúan en el marco de un pacto social y político reafirmado y consolidado, y que el conflicto social, que no desaparece, se desarrolla con plenas garantías para la expresión, la organización y la participación de todas las fuerzas sociales. El ejercicio de la democracia política debe compatibilizarse con el proceso de democratización social. Más libertad y menos desigualdad: ese es el camino de la paz estable y duradera.

lucho_sando@yahoo.es

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