Dengue: epidemia o no, un peligro

Roberto Esguerra Gutiérrez
01 de diciembre de 2013 - 05:00 p. m.

Más allá de quién tiene la razón, si la afirmación del Instituto Nacional de Salud en su Boletín Epidemiológico de la Semana 45: “durante todo el año la incidencia de la enfermedad se ha ubicado en nivel de epidemia”, o la del Ministerio de Salud, que afirma que no existe tal epidemia, lo que interesa que la gente sepa es que el dengue está aquí y constituye un peligro real.

Si bien la inmensa mayoría de los 112.291 casos registrados hasta el 9 de noviembre no fue grave, sí ocurrieron 2.812 casos de dengue grave, que con una mortalidad de 4,7% han ocasionado un poco más de 130 muertes, en las que los niños son las principales víctimas, estas cifras están bastante cerca de las de la epidemia de 2010, que es la más importante en la historia reciente.

Hay que entender que el dengue nos rodea, no hay que ir a lejanos parajes selváticos para encontrarlo; está en ciudades como Cali, en la mayoría de departamentos y en numerosas localidades cercanas a la capital. El brote compromete principalmente 73 municipios de 25 entidades territoriales y la población a riesgo supera los 16 millones de personas.

Como el mosquito necesario para su transmisión habita por debajo de los 1.800 metros, todas las localidades que se encuentran a esas alturas tienen o pueden tener dengue. Por eso las principales medidas preventivas tienen que ver con evitar las picaduras, de manera que el uso de repelentes, fumigantes, mosquiteros y ropas que protejan la mayor parte del cuerpo, especialmente de los niños, juegan un papel primordial.

Que esta situación sea un fenómeno que afecta a toda la región latinoamericana, en donde este año más de dos millones de personas han sufrido la enfermedad que ha ocasionado más de 1.000 muertes, no debe tranquilizarnos para nada, por el contrario, debe hacer que tanto el gobierno nacional como los entes territoriales la enfrenten de manera decidida y con estrategias claras, especialmente orientando y educando a la población, en donde hay una gran desinformación; por ejemplo, muchos piensan que se contagia de persona a persona y no son conscientes del peligro que constituyen los depósitos de agua que se convierten en criaderos de los mosquitos que la transmiten.

La única buena noticia es que en el mundo se ha avanzado de manera muy seria para la obtención de una vacuna. Cerca de diez prototipos están en diversas fases de desarrollo por parte de diferentes organizaciones, algunas de ellas ya en pruebas con pacientes, incluso en nuestro país, y parece que los resultados hasta ahora permiten concluir que hay esperanza de tener una vacuna efectiva en los próximos años.

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Todavía se puede. Aunque quedan muy pocos días, todavía el Gobierno y el Congreso pueden cumplirle al país introduciendo los cambios que necesita el proyecto de ley ordinaria de salud para que sea la reforma estructural que se requiere con urgencia y el país demanda con vehemencia. Aprobar la ley tal como salió del Senado sería perpetuar algunos problemas del actual sistema. De muchas maneras se han expresado las preocupaciones que tiene el país, de modo que es la hora de corregir el rumbo.

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Acreditación en peligro. En mi columna anterior me referí a nuestra capacidad de dañar las cosas que funcionan muy bien. Pues para la muestra otro botón: existe la intención de introducir reformas al sistema de acreditación en salud, una de esas pocas cosas para mostrar, que hasta ahora ha manejado con acierto Icontec, entidad técnica y seria, para llevarlo a alguna dependencia del Ministerio de Salud. Gravísimo error, que quién sabe qué propósitos oculta.

 

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