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Desperdicio

15 de enero de 2009 - 12:14 a. m.

¡Qué desperdicio de espacio con las tres crónicas de William Ospina sobre Cuba! Evidentemente se trata de un escrito muy poco original, lleno de lugares comunes y que nada aporta al estudio de los cincuenta años de la Revolución.

Reducir todo a que la actual situación de Cuba (que no menciona) se debe al bloqueo norteamericano es una conclusión facilista y muy poco real. Lástima el espacio perdido.

Eduardo Ortiz V. Cali.

Un libro sobre Michel Foucault

Buen comienzo de año para estimular el pensamiento y las investigaciones sociales serias es Michel Foucault, sa pensée, sa personne, un bello libro de la pluma del historiador Paul Veyne que lo rumió durante 20 años y que hoy el profesor Luis Alfonso Paláu traduce a la espera de algún editor. Es un libro pequeño, de 11 capítulos, que logra con maestría una radiografía intelectual de uno de los hombres más influyentes de la historia crítica del pensamiento contemporáneo. A Foucault le correspondió haber revolucionado, en lo fundamental, la manera de trabajar el campo de las denominadas ciencias humanas. Mientras que unos apuntalaban su trabajo en principios abstractos y rectores con pretensión de universalidad, Foucault partía de un procedimiento empírico de los hechos particulares y de allí desprendía principios y conclusiones, válidos sólo para tales procesos particulares.

De su trabajo derivó que las posibilidades de homo oeconomicus, el homo faber, el homo loguens forman a los hombres en cada momento y en cada lugar. Sobre el homo a secas dejó sugerido que no se encontrará en la naturaleza. Éste homo se reduce a dispositivos que lo enmarcan: tiempo y lugar determinados. Los hombres, pues, no existen en estado salvaje, viven y son presos de su tiempo y espacio.

Este proceder es contrario a la mayor parte de las filosofías, que arrancan de la relación del filósofo o de los hombres con el ser, con el mundo o con Dios. Ni principios abstractos, ni universalismos, ni verdades absolutas, ni finalidades monótonas y aburridas. Sólo existen singularidades y verdades construidas en cada época. Discontinuidades: he ahí su gran logro. “Una noche —recuerda Veyne— en que hablábamos del mito, me decía que la gran pregunta para Heidegger era saber cuál era el fondo de la verdad; para Wittgenstein era saber lo que se decía cuando se decía la verdad; pero para mí la pregunta es: ¿de dónde viene que la verdad sea tan poco duradera?”. Los conceptos también son constructos y son devenidos al igual que las realidades. De allí que fue posible develar a quienes se cubrieron con un pretendido humanismo liberal, hitleriano, estalinista, leninista, quienes no cesaron de justificar sus masacres a millones o miles de vidas humanas, por supuesto, a nombre del humanismo, para vergüenza de Rosseau y Marx.

Mauricio Castaño H. Bogotá.

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