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Despojo y centralismo

Ernesto Macías Tovar
18 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

Nos debe preocupar que el modelo centralista de Chávez, adoptado en Nicaragua, Bolivia y Ecuador, esté imponiéndose en Colombia a través de reformas legales y constitucionales impulsadas por el gobierno.

Los actos administrativos de los dos últimos años dan la razón a quienes afirman que el presidente Santos no tiene ideología política sino intereses coyunturales que luchan por mantener su imagen. Y crea confusión su engendro de la “tercera vía” cuando lo que se ha visto es una mezcla de todas las tendencias, pues las evidencias revelan que éste gobierno da bandazos entre la derecha, los centros y la izquierda. Es decir, trata de quedar bien con todos.

Y aunque durante más de veinte años de la Carta del 91 el legislativo no ha instituido el nuevo ordenamiento territorial que fortalece la autonomía de las regiones, los gobiernos anteriores la han respetado y, por el contrario, han contribuido, de distintas maneras, a su fortalecimiento; mientras que la actual administración, desde su comienzo, ha venido quebrantando ese principio mediante la concentración del poder y la transgresión de los derechos de municipios y departamentos.

Cuando el presidente Santos propuso la reforma a la distribución de las regalías, todos caímos en la trampa, pues creímos que se trataba de una justa compensación a las regiones que no recibían aquellos beneficios. Pero no. Lo que en realidad ocurrió fue un despojo mortífero a las regiones productoras y un engaño ilusionista a los supuestos beneficiarios; porque, finalmente, hoy el gobierno centralista y derrochón se quedó con los recursos; y las regiones, unas y otras, se quedaron con las manos vacías.

El centralismo absoluto de éste gobierno no solamente se apropió de los dineros de las regalías sino que para acceder a ellos, los departamentos y municipios, tienen que someterse a la tramitología o tramito-manía perniciosa de la administración central, y al poder de veto de su nueva burocracia. Todo proyecto presentado por un alcalde o un gobernador, es devuelto porque le hace falta un documento, un anexo, una coma.

El gobierno también despojó a los municipios del apoyo económico que venían recibiendo entre 2005 y 2010, para el mantenimiento de las vías terciarias. Esos dineros, que pertenecían a la autonomía local, les fueron arrebatados por el poder central para convertirlos en “mermelada” que el gobierno reparte a los congresistas de su coalición, quienes los ejecutan a través de alcaldes de confianza y contratistas amigos. Por eso quedó bien acuñada la frase aquella cuando advertimos que: “la Unidad Nacional está pegada con mermelada”.

Hoy alcaldes y gobernadores sufren bajo el yugo del centralismo que los despojó de sus recursos; lo cual les impide financiar sus sueños de realizar una buena gestión y de mostrar lo que prometieron a sus electores. Mientras tanto, el gobierno utiliza aquellos dineros para incrementar desmedidamente la burocracia que alimenta las aspiraciones reeleccionistas del Presidente, quien se da el lujo de consentir a sus aliados con 15 “altos consejeros”, 114 asesores y 250 nuevos empleados en la Casa de Nariño; además de las abultadas nóminas en ministerios y otras dependencias.

@emaciastovar

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