Difícil entender

Debe ser por obra del cansancio y la distensión de fin de año que hay cosas que no entiendo fácilmente, por más que hago mis mejores esfuerzos. Algunas me parecen divertidas, por ejemplo, la presencia del presidente Santos y todos sus ministros disfrazados con unas camiseticas que les dejaban ver sus kilos de más, lanzando al río Orteguaza unas velitas camufladas que supuestamente la corriente arrastraría hasta donde están los guerrilleros, en las que iban mensajes invitándolos a desmovilizarse. Qué juego tan conmovedor.

Me alcanzo a imaginar uno de esos dinosaurios de la guerrilla que llevan años en el monte, creyendo que Neiva es la ciudad más grande de Colombia, al recibir el “artefacto” en el que viajó la velita lanzada al agua y salvada como Moisés. Seguramente en el campamento insurgente han debido creer que se trataba de una sofisticada bomba o un satélite transmisor, o quién sabe qué otra cosa alocada, porque la seguridad termina por enloquecer a la gente, y si no lo creen miren al que sabemos. Ya veremos cuántos guerrilleros se desmovilizan con las salvadoras velitas que el gabinete entero se esmeró en poner a circular río abajo. Por favor nos cuentan, no nos dejen sin conocer en qué termina esa apasionante y genial historia de velitas reconciliadoras con la guerrilla más vieja del universo.

Pero también hay más cosas incomprensibles, como la campaña feroz e injusta contra la fiscal Viviane Morales, víctima de los mezquinos intereses judiciales que persigue el uribismo y unos godos recalcitrantes, los cuales quedaron retratados en la sórdida carta del exalto comisionado para la Paz Luis Carlos Restrepo. A la fiscal la regañan por defenderse y por quedarse callada, o dizque por favorecer a Samuel Moreno por cuenta de su esposo Lucio, cuando resulta evidente que el exalcalde está preso y ha sido recientemente acusado del delito de cohecho, todo por obra y gracia de la Fiscalía.

Ni los enemigos viscerales de la fiscal han podido demostrar que Lucio ha incidido en uno solo de los asuntos que ella investiga; en cambio, no les incomoda la comentada influencia que le atribuyen a la esposa de un publicitado alto funcionario en trance de reelección. Desde las épocas en las que la sensacional modelo Susana Giménez le hacía barra a su compañero, el boxeador Carlos Monzón, no habíamos visto a una esposa tan fanática de su cónyuge, como esta habitual asistente a las audiencias que preside su maridito, donde se le ve pegada de su Blackberry enviando mensajes cuyo destinatario fácil resulta suponer. Pero claro, como la Santísima Trinidad está del lado de esta pareja, enemiga del aborto y de los homosexuales, nadie se ha atrevido a sugerir que ella no es indiferente a los numerosos nombramientos dispensados para favorecer la reelección de su consorte.

Tampoco entiendo ese tratamiento discriminatorio del presidente Santos con ciertas cartas que recibe. Mientras a las cortes y otros funcionarios les dijo que él no era destinatario de su misiva, en la que le han pedido que retire el esperpento de la reforma a la justicia, a José Miguel Vivanco, el director de Human Rights Watch, no sólo le recibió su demoledora nota contra el intento de esa misma reforma por ampliar el fuero militar, sino que además puso con prontitud a su ministro de Justicia a responderla, por cierto con una que otra afirmación controversial. Tal parece que el problema de la correspondencia que llega a la Casa de Nariño sobre la reforma a la justicia no es el destinatario, sino el remitente.

Y da tristeza que las cortes hayan perdido protagonismo en el Gobierno, entre otras cosas por haberse parado imprudentemente de la mesa donde estaban discutiendo esa cuestionada reforma a la justicia.

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Adenda No 2.- Feliz Navidad a los pacientes lectores y también a los impacientes.

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