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Diomedes, el antigalán de La Junta

Jorge Gómez Pinilla
12 de agosto de 2015 - 04:36 a. m.

Tienen razón los que se oponen a la ‘Ley Diomedes’ que pretende rendirle homenaje a la obra del cantante, en parte porque su muerte es reciente y ofende a las víctimas –entre estas a los parientes de Doris Adriana Niño- y en parte porque la iniciativa despide un tufillo electoral, como de querer congraciarse con potenciales votantes costeños.

Sin embargo, no tienen razón los que se oponen a la emisión de la serie ‘Diomedes el Cacique de la Junta’, que emite el canal RCN desde el 16 de enero. Y lo dice un converso, pues fui por esos días el primero en protestar desde las redes sociales cuando observé escandalizado que el eslogan de la campaña promocional era “Diomedízate”, un colosal desacierto que luego se encargaron de corregir, y la prueba es que en Internet ya no aparece esa imagen. Desacierto, sí, porque la idea de ‘Diomedizarse’ se prestó para memes donde aparecían desde niños consumiendo cocaína hasta la foto del fichaje cuando el ‘Cacique’ ingresó a la cárcel de Valledupar.

Yo tenía mi conciencia tranquila por haberme opuesto a lo que llamé “un esperpento”, cuando creía que por tratarse de una telenovela iban a falsificar la vida de Diomedes y a mostrarlo como un galán digno de imitación. Pero una noche por curiosidad vi un capítulo completo y mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que lo muestran como un antigalán, o sea como lo que en realidad fue: un mujeriego, bebedor, machista, mentiroso y periquero, pero a la vez como un gran poeta popular de eximia inspiración para componer sentidas canciones que llegaban al alma de su “fanaticada”, en todos los rincones del país.

Como ‘a todo señor todo honor’, es mi deber retractarme de lo que había dicho sin conocimiento de causa y reconocer que estamos frente a una ‘señora’ producción televisiva, donde se perciben dos propósitos claros: uno, mostrar al cantante en su faceta más humana, con todos sus defectos de adicto al sexo y a otras cosas; y dos, construir una novela si se quiere costumbrista, con una preocupación auténtica por rescatar el folclor vallenato y en tal medida retratar con fidelidad una cultura autóctona y auténtica, donde se reflejan las costumbres, los dichos (“al que le van a dar le guardan”), las pantagruélicas exageraciones y ese ‘cógela suave’ del alma Caribe.

Hay que hablar sobre todo de los personajes y sus actuaciones naturales, que son un verdadero deleite, comenzando por el propio Diomedes (Orlando Liñán), sin ninguna experiencia como actor pero culpable en gran parte del éxito de la serie, pues en sus gestos y ademanes parece haber clonado al artista. Y ni qué decir del que en la vida real fue su suegro, conocido como ‘el negro Arjona’, en magistral interpretación ciento por ciento machista de Víctor Trespalacios: “yo te llego a ver con un vergajo de esos, cojo y te reviento. No me vas a llegar preñada como tu prima”.

También brillan con luz propia la Lucía Arjona (Laura Rodríguez) que interpreta a la real Patricia Acosta; la alcahueta madre actuada por Adriana Ricardo; Joaco Guillén con su espíritu altruista y colaborador; y la hermana menor de Diomedes (Rosa), un gran acierto de la caleña Emilia Ceballos pero acompañada de un gran desacierto: el actor que interpreta a su novio, de quien la verdadera hermana le dijo a la bella actriz que la interpreta: “¿Por qué te pusieron ese novio tan feo? Yo tengo malos ratos, pero no malos gustos.”

Si algo se debe destacar es el rigor investigativo que aplicaron para confeccionar la historia, así como el sello del director de libretos (Fernando Gaitán) en la caracterización de cada personaje, en reminiscencia de series como Café –otra región plasmada en sus raíces culturales- o Betty la Fea, de la que parece haber salido Yurleidis (Alejandra Azcárate, sobrada, mirá ve…), la amante valluna que en realidad no existió pero a quien quizá metieron para atraer público cachaco o de la zona andina.

La polarización en torno a ‘Diomedes’ obedece en gran parte a que vino precedida de series como ‘El patrón del mal’, ‘El señor de los cielos’ y otros capos (I, II, III), lo cual condujo a que se emparentara la producción con su vida disoluta –con el mal, precisamente- y la faceta de artista quedó relegada a un segundo o tercer plano. Lástima.

Hace por lo menos tres meses he venido siguiendo la serie, y mi intención era escribir esta columna luego de ver el capítulo donde aborden la muerte de Doris Adriana Niño, pero la coyuntura del debate en torno a la ‘Ley Diomedes’ me hizo comprender que este es el momento indicado para expresar un punto de vista al respecto.

Mi impresión personal es que la serie de Diomedes se defiende sola, que está muy bien hecha, y que mucha gente debería dejar a un lado sus prejuicios y comenzar a seguirla, porque puede ser incluso instructiva en que por muy artista que uno sea, los excesos solo conducen a una muerte segura.

Hay un punto sin embargo en el que sí se debe protestar, y es en la publicidad camuflada que le hacen al whisky que más se consume en la costa, cuya botella cuadrada ‘marroncita’ no se cansan de mostrar en cuanto concierto, ‘toque’ o reunión familiar escenifican, con gente levantando el envase en actitud animada. ¿Cuánto les estarán pagando por eso? Con toda seguridad, un ‘billetal’. Si fuera alguna gaseosa de Postobón, va y pase; pero… ¿por qué un canal de televisión nacional promueve de manera tan subliminal y sin control alguno un producto alcohólico? Ahí cuando menos se están saltando olímpicamente el obligatorio mensaje “El alcohol es perjudicial para la salud, prohíbase el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad…”, etcétera.

De resto, como diría el muy costeño Pibe Valderrama (este sí digno de imitar): “todo bien, todo bien”.

DE REMATE: Noticias Uno reporta que recibió “una hora después de ocurrido el siniestro” el audio onde un técnico de la Policía dice del helicóptero Black Hawk accidentado en territorio del clan Úsuga, que “parece ser que los impactaron por debajo pero no balas, sino como un tatuco”. ¿En manos de quién está grabar a un ingeniero que no fue testigo del accidente, coger esa grabación y editarla, reproducirla y distribuirla entre los medios de comunicación en menos de 60 minutos? ¿Acaso en ágiles manos… negras?

 

@Jorgomezpinilla

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

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