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Distancia

Columnistas elespectador.com
29 de enero de 2012 - 01:00 a. m.

Los distanciamientos entre Uribe y Santos están a la orden del día.

Hace dos años, pocos pensaron que el ex Presidente se encontraría hoy en una caída en picada: su popularidad ha bajado, ha perdido poder político, sus criticas a Santos al gobierno y sus trinos no siempre son bien recibidos y tal vez se siente acorralado por una justicia que en algunos casos, según él ha dado muestras de arbitrariedad y falta de transparencia contra ex funcionarios de la administración anterior.

¿Cómo llegó a esa situación, el Presidente más popular en la historia reciente de Colombia, quien le devolvió el rumbo y la confianza al país? En parte, porque Uribe esta haciendo cosas que no le corresponden ni le quedan bien a un ex Presidente. Para nadie es un secreto que la oposición de Venezuela estuvo en Colombia hace algunas semanas y se entrevistó con Álvaro Uribe, salió en todos los noticieros. Uribe los reunió en compañía de asesores suyos tan controversiales como José Obdulio Gaviria y les indicó el camino a seguir. Eso está fuera de las expectativas que se tienen sobre su papel de ex Presidente, pero es entendible. Lo que es injustificable es que el ex Presidente cometa errores como instar a la oposición Venezolana a sabotear la visita del Presidente de todos los colombianos, como mecanismo para debilitar a Chávez. Eso puede leerse como un ataque frontal a Santos y una
deslealtad con el país.

Uribe tiene todo el derecho de estar en desacuerdo con Chávez y con el modelo político y económico que éste ha instaurado en Venezuela. Otra cosa es ir abiertamente en contra de la agenda y los intereses diplomáticos del gobierno Colombiano.

Sin embargo y en aras de la discusión, esta situación plantea un dilema ético: ¿Si para Uribe Venezuela no es una democracia, tiene, entonces por su rol de ex Presidente que quedarse callado? Si Uribe considera que en Venezuela se han perdido las libertades, que las expropiaciones son injustas, que la corrupción promovida y permitida por Chávez es una barrerá contra la equidad, ¿qué debe hacer?

En ese caso, si hubiera un interés legítimo en mejorar las condiciones del pueblo venezolano y de “recuperar la democracia”, cosa que no le corresponde a un ex Presidente Colombiano, actuaría de manera distinta.

En lugar de alimentar la agenda de la oposición con sus asesores y tratar de sabotear la visita de Santos, buscaría una manera más constructiva y respetuosa de aportar.
Un problema de Uribe, a quien los Colombianos le debemos que el gobierno actual tenga las condiciones para adelantar su agenda, es que a veces lo mueven los rencores y pierde la perspectiva: su rabia contra Chávez lo nubla y lo lleva a hacer algo de lo cual se quejaba cuando era Presidente, a conspirar. Y para eso cuenta con asesores cuya agenda es esa: No construir sino destruir todo lo que no represente su misma ideología.

Otro error que a veces comete Uribe es rodearse mal, rodearse de gente que lo necesita y que necesita ponerlo a cazar peleas para estar en la jugada.

Si a Uribe el preocupa que Chávez se quiera quedar a gobernar por largo tiempo debe recordar que el quiso hacer lo mismo.
Esta claro que en Venezuela no hay una democracia sana, Chávez ha roto las reglas en beneficio propio. Tiene que existir un relevo, para que los ciudadanos escojan libremente su gobierno. Venezuela está muy mal, la base productiva esta destruida y la corrupción es rampante. Chávez no es demócrata.

Nada de eso justifica que un ex Presidente Colombiano conspire contra la agenda diplomática de su sucesor, que además ha obtenido resultados tangibles y es apoyada por la mayoría de los ciudadanos.

Para Uribe es tiempo de reflexionar, el mismo debería darse esa oportunidad. Los acontecimientos de la última semana también reflejan angustia, improvisación y falta de un norte. Se está debilitando cada día más. Y eso no es lo que merece alguien que le dio un giro de ciento ochenta grados a un país que iba derecho al barranco.

 

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