Dueños de nada

Felipe Zuleta Lleras
22 de junio de 2013 - 10:00 p. m.

En estos días la calle 12, frente al Palacio de Justicia, estaba cerrada por una protesta ciudadana. Nada extraño, en medio del creciente inconformismo por tantas cosas que pasan. Sin embargo, esta vez la razón era inconcebible.

Mayores adultos, pensionados de la liquidada Telecom, con pitos y altavoces llamaban la atención de las altas cortes porque no se les está cumpliendo con el pago de sus mesadas, lo cual es una vergüenza nacional.

El ministro Echeverry (ese, el mismo impedido de Interbolsa) a finales de 2011 convenció al Congreso de la República de que había que expedir una ley para salvar el pago de las pensiones de la liquidada Telecom, pues la nueva entidad que la sustituyó, Colombia Telecomunicaciones, no alcanzaba a cubrir sus compromisos con el fondo pensional. En ese entonces el dueño de Colombia Telecomunicaciones era la multinacional española Telefónica-Movistar. La fórmula de Echeverry —vaya tío— consistió en darles la mano a los españoles. Como ellos no podían pagar las pensiones, la Nación asumiría la deuda a cambio de lo cual recibiría el 30% de Telefónica-Movistar, operador de deplorable desempeño comercial y financiero.

La sola propuesta de la ley por parte de un neoliberal como Echeverry era de por sí un anatema. Significaba que el Estado volviera a ser empresario de las telecomunicaciones, algo que en los años 80 nos dijeron era una locura. Pero 30 años después no había lugar a la ortodoxia; todo valía con tal de salvar a los españoles y así se hizo con la complicidad de la aplanadora de la Unidad Nacional en el Congreso de la República. La Ley (1509 de 2012) fue aprobada por los parlamentarios y sancionada por el presidente en un santiamén. Gracias a ello en la Bolsa de Valores de Madrid hicieron fiesta y el patrimonio de los colombianos acabó pagando el pato, la cava, el jamón y la tortilla.

Aun después de la participación graciosa de la Nación en el capital de Telefónica-Movistar, el éxito en el mercado de esta empresa sigue siendo menos que discreto, a juzgar por sus resultados, que ni si quiera dan —como era su deber— para fondear oportunamente el fondo pensional de la liquidada Telecom.

Esta semana corrieron fuertes rumores de que AT&T, el gigante estadounidense de las telecomunicaciones, está interesada en los activos de Telefónica, como los que tiene en Latinoamérica. Al parecer los gallinazos internacionales ya le tienen puesto el ojo a la red de la antigua Telecom, la misma que construyó en sus años mozos el tesón de esos trabajadores a los que hoy no les pagan las pensiones.

Las autoridades en Colombia, que han sido tan tolerantes con el asunto, ahora sí deberían investigar si es cierto que la deuda de Telefónica en el mundo supera los 51.000 millones de euros. Un hueco enorme que se puede llevar la espuma de la que somos dueños los colombianos.

La historia es triste; como pararse todos los días frente al Palacio de Justicia y pitar a la par con los queridos “viejos” de Telecom.

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